La pérdida es un proceso universal. Cada persona padece la pérdida de una forma diferente. A pesar de ser un proceso universal, se vive de forma individual.
Conforme al proceso de duelo, este puede iniciarse antes de que se produzca la pérdida en sí (duelo adelantado) o también mucho después de esta (duelo retardado).
El duelo depende del valor que se le da al objeto, persona o posesión que se posee.
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Moduladores del duelo
Nuestros duelos implican muchos factores, esto es lo que hace que lo vivamos de forma particular respecto a nuestra idiosincrasia.
Los mayores moduladores son los personales: personalidad, historia anterior con otros duelos, adquisición de afrontamiento ante otros duelos, habilidad en manejo de emociones, valores, creencias (p. e. no sufre igual un duelo una persona atea que una religiosa), etc.
Variables biológicas: edad (no es igual de niño que de adulto), sexo, salud física (suele empeorar en estos procesos, si ya era mala se acentúa en cuanto a hábitos, estado, uso de sustancias, etc.).
Factores relacionales: tienen que ver con la relación que teníamos con la persona que fallece. No se asimila igual la pérdida de un hijo que la de un abuelo.
Naturaleza del vínculo: si hay un grado de ambivalencia es más difícil manejar, por ejemplo, si había mucha dependencia.
Factores relacionados con tipo de muerte: súbita vs natura/esperada. Las primeras son mucho más difíciles de manejar. Modo de comunicación (no es lo mismo enterarse por terceros, por teléfono o de forma directa).
Pérdidas secundarias: estatus económico, planificación vital, etc.
Síntomas del duelo
Todos los síntomas que se describen a continuación son normales, es más el tabú en relación a la sintomatología lo que los hace negativos o patológicos.
Hay 4 dimensiones:
- Sentimientos y emociones: Tristeza, ira, culpa/remordimiento, ansiedad (sobre todo en duelo adelantado), soledad (aun estado acompañados), fatiga, desamparo, shock, añoranza, emancipación, alivio (genera contradicción o culpa), insensibilidad o bloqueo emocional.
- Sensaciones físicas: vacío en el estómago, nudo garganta o estómago, sensibilidad al ruido, fatiga muscular.
- Cogniciones: incredibilidad, reintegración de la información, preocupación, miedo, sensación de presencia de la persona que fallece (más común de lo que parece).
- Conductas: trastornos del sueño, alimentación, problemas atención, retraimiento social, evitar recordar al fallecido, agitación o hiperactividad o por el contrario hipoactividad.
Tipos de duelo complicado
- Anticipado: saber de la inminencia de la pérdida, pero no poder gestionarlo.
- Retardado o ausente: manifestación anormal de las emociones que se retrasan mucho en el tiempo.
- Inhibido: se emplean mecanismos para bloquear el dolor.
- Desautorizado: no te permiten estar mal.
- Enmascarado: Falta de habilidades para expresar y regular y se acaba somatizando.
- Crónico: se instala en alguna fase del duelo (normalmente en la segunda de dolor), por intensificación de esta fase. Por ejemplo, procesos de momificación, que es no deshacerse de bienes de la persona que fallece (dejar la habitación como está).
- No resuelto: se queda estancado en la 2ª-3ª fase del duelo y no sale de ahí. Tendencia a no rehacer su vida.
- Intensificado: vivir la sintomatología normal de forma muy intensa.
- Dramatizado: reacción muy intensa en el duelo, en la que la persona intenta evadirse mediante diferentes conductas.
- Patológico: este duelo, por su gravedad, genera una disfuncionalidad tan potente que se puede categorizar como trastorno. Suele expresarse con una sintomatología cognitiva muy potente relacionada con la depresión e hipocondría. Señales alarmantes a tener en cuenta: somatización de la sintomatología que sufrió la persona fallecida, alucinaciones e ideación suicida dentro del primer mes después de la pérdida.
Desgranando el duelo patológico.
En el siguiente artículo hablaremos sobre estrategias para elaborar el duelo de forma sana y correcta, así cómo de las fases necesarias a cumplir en este proceso.
Artículo escrito por: Sergio Lozano, CIPSIA psicólogos.