Imagen corporal y sus distorsiones cognitivas

La llegada del verano supone una época cargada de situaciones positivas: las vacaciones, viajes, fiestas, playa… Sin embargo, también puede ser una época repleta de inseguridades y situaciones incómodas para algunas personas, en especial aquellas que puedan sentirse acomplejadas con su imagen corporal.

El verano y su famosa “operación bikini” promueve una serie de conductas que pueden afectar gravemente a la imagen corporal: comparaciones constantes con otros físicos, mirarse al espejo repetidamente y no verse tan bien como te gustaría, momentos de ansiedad en situaciones sociales, una dieta tras otra para controlar la figura… ¿Te resulta familiar? Todo esto nos lleva a desarrollar una imagen corporal negativa que va acompañada de pensamientos y emociones negativas, especialmente en las situaciones anteriores.

¿Cómo afecta la «operación bikini a  nuestra salud mental?

Pero para entender mejor este problema es necesario empezar por las bases:

¿Qué es la imagen corporal?

En psicología, llamamos imagen corporal a la percepción que tenemos sobre nuestra imagen física, sobre nuestro propio cuerpo. Es una imagen “mental”, una percepción subjetiva que se va construyendo a lo largo de la vida a partir de las experiencias y opiniones propias, pero también por las actitudes y comportamientos de los demás, que pueden llegar a dictar cómo debería ser nuestro aspecto físico. Tanto es así, que el término de operación bikini se ha popularizado tanto hasta el punto de ser casi una rutina colectiva que marca cómo tendrá que ser nuestra imagen corporal en esta época del año.

Si nuestra imagen no se ajusta a estas exigencias del entorno, surgen una serie de pensamientos, emociones y conductas que, aunque a corto plazo nos protegen, a medio y largo plazo alimentan esta percepción negativa: mirarse constantemente en el espejo, evitar mostrar ciertas partes del cuerpo, dejar de ir a algunas situaciones sociales por miedo a lo que puedan pensar…

De la misma forma, existen pensamientos que mantienen una imagen corporal negativa y pueden llegar a ser una forma distorsionada de la realidad. En psicología llamamos a estos pensamientos distorsiones cognitivas y son parte fundamental del problema, por lo que vamos a resumir algunos de los más importantes y cómo pueden manejar la imagen corporal negativa:

  • “Todo o nada” o “Blanco o negro”: pensamientos con una forma dicotómica que nos hacen ver la realidad de forma mala o buena, sin puntos intermedios. Con la imagen corporal, si en algún momento no nos vemos adecuados, fallamos con las dietas o las rutinas de ejercicios, no nos vemos lo suficientemente atractivos en el espejo o no encajamos con el canon social, entonces somos todo lo contrario. Si no me veo guapo y atractivo entonces soy feo y no puedo ir en bañador a la playa. Pero en la realidad existen escalas infinitas de grises. La belleza y lo atractivo son ideas subjetivas y pueden existir tantas formas como personas.
  • Filtraje o abstracción selectiva: se basa en centrar la atención solo en algunos aspectos de la realidad, obviando el resto que pueden también tener importancia. Construir nuestra imagen corporal en base a detalles que no nos gustan o comparaciones injustas en las que siempre salimos perdiendo. De esta forma dejamos de lado las partes positivas de nuestra imagen, que también merecen su atención para tener una percepción más realista de nuestro cuerpo.
  • Sesgo de auto confirmación: consiste en definir la realidad en base a sensaciones o reacciones emocionales. Si me siento fea, será que realmente soy fea. Este sesgo es un círculo vicioso que puede llevar a conclusiones muy negativas basadas solo en sensaciones, mientras que la realidad puede ser completamente diferente. Si yo me veo mal, me voy a sentir mal, pero esto es una visión subjetiva que no puede ser usada para describir la realidad.
  • Adivinar el pensamiento o la inferencia arbitraria: se basa en dar por hecho algunas suposiciones, aunque no tengamos evidencia de ellas, como creer saber lo que piensan los demás y por qué se están comportando como lo hacen, basándonos en la idea negativa que ya tenemos de nosotros mismos. Por lo tanto, creeré que los demás también me están viendo de una forma negativa y actuaré en consecuencia. Pero la realidad es que no podemos saber qué están pensando los demás ni cómo nos están percibiendo.

Estos ejemplos de distorsiones contribuyen a mantener una imagen corporal negativa y unas conductas que no son contraproducentes para uno mismo. Los primeros pasos para poder empezar a cambiar esta imagen a una más positiva consisten en identificar estos tipos de pensamientos, comprobar en qué situaciones suelen aparecer e intentar buscar pensamientos o conductas alternativas que se acerquen más a la realidad y puedan sernos beneficiosos a largo plazo.

«Imagen corporal: empieza a sentirte bien con tu cuerpo». Léelo aquí.

Artículo escrito por: Pedro Urbina