El término apego, se define como un vínculo afectivo duradero entre dos individuos, que se forma a lo largo del tiempo en base a las interacciones entre ellos, y cuyo fin es la búsqueda de la proximidad para asegurar la protección y el consuelo. Fue el psicólogo John Bowlby el que llevó este concepto desde la “psicología animal” hasta la psicología humana.
La función del apego
La función del apego es, en un primer momento, la de asegurar la supervivencia del bebé indefenso. Sin embargo, el vínculo afectivo del apego se mantiene a lo largo de la vida pasada la infancia, y puede variar a lo largo del tiempo. Esta primera relación será determinante en el desarrollo psicológico de la persona y en la formación de su personalidad.
En las primeras etapas de la vida, el apego es lo que mantiene al niño lo suficientemente cerca de su figura de apego para proporcionarle seguridad y cuidado. En paralelo a este sistema afiliativo o de apego nos encontramos con el sistema exploratorio del niño. Gracias a este último el infante, desde la base segura que le proporciona el apego, descubre el entorno, y recibe la estimulación necesaria para su desarrollo.
A los 6 meses aproximadamente, la relación de apego con el cuidador se consolida, y es entonces cuando aparece el miedo a los extraños. Esto asegura que el niño se mantenga cerca de la madre y no confíe en desconocidos, que podrían suponer una potencial amenaza.
¿Qué nos proporciona el apego?
Apego y relaciones de pareja
Apego seguro
El apego seguro, el más propicio para el desarrollo óptimo del niño, es aquel en el que el adulto aporta su apoyo incondicional al infante. El niño aprende que su cuidador va a estar siempre disponible para él, que le quiere y le apoya en todo momento. El niño explora activamente su ambiente, y suele confiar en los demás.
En la vida adulta, los niños con apego seguro tienden a involucrarse en relaciones saludables. Buscan la intimidad con los demás y se sienten cómodos con cierta dependencia hacia su pareja. No están constantemente preocupados por la continuidad de la relación, y establecen relaciones estables y confiadas.
Apego inseguro
Suele derivar de la negligencia o inconstancia en el cuidado por parte de la figura de apego. Los niños no establecen un vínculo seguro y satisfactorio con el cuidador, lo que tiene graves efectos, no sólo en sus primeros años, sino en el desarrollo emocional y en la formación de relaciones más tarde.
Apego ansioso-ambivalente
Aparece usualmente cuando el cuidado por parte del adulto es inconsistente. El cuidador no siempre atiende a las demandas del niño, por lo que este no tiene la seguridad de que el otro le vaya a hacer caso en un momento dado. Es por ello que estos bebés muestran gran ansiedad cuando el cuidador sale de la habitación en la prueba de la Situación Extraña, y son difíciles de consolar aún cuando el adulto ya ha vuelto.
Tienen dificultades al explorar el medio, y muestran emociones contradictorias o ambivalentes, lo que les provoca gran angustia. Si en ausencia del cuidador lloran desconsoladamente, en su presencia muestran una mezcla de enojo y preocupación al interaccionar con él.
En su vida adulta, estos niños se implicarán más fácilmente en relaciones tóxicas o de dependencia. Aunque sus relaciones suelen ser cortas e intensas, la necesidad de aprobación y de validación constante hará más fácil que caigan en una relación abusiva.
Aprende sobre relaciones tóxicas aquí.
Apego evitativo
Los niños que ven desatendidas sus necesidades de manera sistemática suelen presentar este tipo de apego. La negligencia por parte de sus cuidadores les provoca gran sufrimiento desde edades tempranas, y hace que desarrollen una autosuficiencia y que establezcan distancia emocional con los demás desde muy pequeños. Son muy independientes, ya que han aprendido que no pueden contar con los demás, pero al mismo tiempo presentan gran ansiedad y malestar. Exploran poco el medio que les rodea, y apenas reaccionan cuando el cuidador desaparece de su vista.
En sus relaciones en la vida adulta, este tipo de apego se traduce en una evitación de los demás, y en el miedo a la intimidad. Suelen ser egocéntricos, fríos y distantes, y no se implican en las relaciones.
Apego desorganizado
Sería una mezcla de los dos anteriores. Sería el polo opuesto al apego seguro, y muchos autores lo conciben como una falta de apego. Es común en casos de abandono temprano o de abusos en la infancia, tras los cuales desarrollan miedo hacia su figura de apego.
Estos niños a menudo experimentan explosiones emocionales. Rompen juguetes, pegan a otras personas o les amenazan. Son impulsivos, y la falta de desarrollo emocional hace que las situaciones a menudo les sobrepasen. Como no han aprendido a gestionar sus emociones, sufren a menudo desbordamientos emocionales.
En la vida de pareja, el apego desorganizado se suele asociar a la evitación de los demás y en el miedo a la intimidad y a la dependencia. En el fondo anhelan una relación, pero a la vez parecen rechazarla, y frecuentemente se implican en relaciones conflictivas.
Artículo escrito por: CIPSIA psicólogos, Sergio Lozano.