Creando relaciones sanas

Casi todos los momentos positivos y negativos en nuestra vida tienen que ver con lo relacional, más concretamente con las relaciones con los demás.

La importancia de las relaciones sanas está demostrada científicamente. Este tipo de relaciones guarda una correlación con la salud física de la persona, con la longevidad de esta y con el bienestar emocional y psicológico.

¿Cómo son las relaciones sanas?

En este aspecto entra en juego el concepto de poder. El poder tiene que ver con la capacidad de tomar decisiones, la libertad del individuo y la responsabilidad de este.

Existen dos tipos de relación de poder:

  1. Vertical: es cuando una de las partes de la relación está por encima de la otra. Este tipo de relación tiene poco que ver con el tipo de relación sana. Aun así, pueden existir relaciones verticales que son sanas (p. e. la relación de una madre con su bebé).
  2. Horizontal: resulta del reparto del poder de manera equitativa y tiene más que ver con la generalización de relaciones sanas. Sobre todo, en las relaciones de intimidad este tipo de relación es necesario.

Aunque lo idóneo es optar por la segunda opción descrita arriba, este tipo de relación tiene varios problemas. Por ejemplo, en personas inseguras este tipo de relaciones es muy difícil de desarrollar, ya que estos intentan verticalizar las relaciones para mantener el control y dominio de esta, pues mantener una relación igualitaria supone ceder control, espacio y libertad de decisión a la otra persona.

¿Afecta el tipo de apego en las relaciones?

Los estudios demuestran que el tipo de apego que desarrollamos en la infancia marcará como nos relacionaremos en la edad adulta. Sin embargo, En la edad adulta hablamos más de estrategias de apego que están marcadas por:

  1. Estrés: a más estrés mayor elección de estrategias inadecuadas. Este influye directamente en las dos siguientes.
  2. Capacidad de autonomía: referido a como me siento yo conmigo mismo. Las personas que no consiguen estar en armonía consigo mismas suelen generar relaciones de dependencia.
  3. Capacidad de intimidad con los demás. Si no se da la armonía en estas relaciones interpersonales, se darán relaciones torpes y sin intimidad.

Visto de esta manera, las relaciones con uno mismo y con los demás, son estrategias modificables y no entidades estáticas como el apego, cosa que es mucho más útil en nuestra vida diaria.

¿Cómo son las relaciones tóxicas?

Creando relaciones sanas

Como ya hemos dicho, la forma del reparto del poder tiene mucho que ver con el tipo de relación, pero una relación sana no solo se basa en esto.

Hay que tener en cuenta varios aspectos de nuestras relaciones que nos facilitarán saber si son sanas o no. A tener en cuenta:

  • Poder, control y toma de decisiones deben estar repartidos.
  • Debe de haber ausencia de miedo. Es decir, cada uno ha de ser libre de sus actos sin miedo al qué dirá el otro (entendido esto dentro de las normas de la relación de cada pareja, amigos, etc.).
  • Analizar cómo nos sentimos en la relación. Tiene que ver con el punto anterior. Cuando una de las partes no encuentra la tranquilidad, la relajación o no poder ser uno mismo dentro de la relación.
  • ¿Puedo hablar de cualquier cosa con la otra parte de la relación? Si la respuesta es no, no hay relación sana.
  • ¿Existe tolerancia en la realización de actividades por separado? Si la respuesta es no, no hay relación sana.

Obviamente, todo esto trasciende mucho más allá de estas breves palabras. El trabajo en generar relaciones sanas es un continuo que depende de nosotros, nuestras experiencias y situaciones y de nuestro contexto. Pero tener claro estos puntos y ser consciente de ellos, puede ser un inicio hacia ese cambio necesario.

 

Artículo escrito por: Sergio Lozano.