Ya sea empezar a hacer deporte, mantener una rutina de limpieza, dejar de lado rutinas poco saludables o incluso cambiar conductas gravemente problemáticas, crear y manejar los hábitos es una de las principales herramientas de las que disponemos para mejorar la salud mental de una persona.
Crear un hábito puede ser toda una carrera de fondo, donde tengo que luchar constantemente con la pereza o la gratificación inmediata, donde conseguir el futuro que nos interesa no siempre gana la pelea contra el momento presente.
Consejos para construir un hábito
Para dar alguna ventaja en esta reyerta, vamos a centrarnos en varios puntos para lograr establecer y mantener nuestros hábitos:
- Clarificar objetivos: Uno de los pasos más importantes es tener claro qué consecuencias deseables voy a conseguir por seguir este hábito (o qué consecuencias no deseables me voy a quitar de encima). Esto permite que los refuerzos a largo plazo tengan más efecto y nos mantenga un poco más motivados.
- Establecer objetivos: No solo podemos hablar de resultados a largo plazo y empezar a realizar nuevas conductas como si lleváramos toda la vida desarrollándolas. Tenemos que empezar poco a poco, como cualquier otro aprendizaje. Para esto, tenemos que ir adecuando y adaptando diferentes objetivos a medio plazo que podamos ir cumpliendo. Por ejemplo, en vez de empezar proponiéndonos ir 5 días a la semana al gimnasio, sería mucho más recomendable empezar por 2 e ir aumentando el ritmo progresivamente.
- Ajustar las expectativas: En el mismo sentido que el punto anterior, es necesario no esperar grandes cambios de la noche a la mañana. Debemos introducir los nuevos hábitos de forma más amable y progresiva. Cualquier pequeño cambio que se introduzca ya es algo más de lo que estábamos logrando antes, ya hemos conseguido algo más. Cuanto más altas y desajustadas sean las expectativas, menos probabilidad tendremos de mantener una rutina.
- Auto-instrucciones: La mayoría de las personas suelen tener una especie de auto-diálogo interno, una conversación contínua consigo mismos. Esto es especialmente notable cuando estamos haciendo una actividad nueva o más demandante y nos ayuda a centrar la atención en los diferentes pasos que tenemos que realizar. Es importante que este diálogo interno no esté compuesto por ideas rígidas y absolutas como “no puedes rendirte”, “es cuestión de fuerza de voluntad” o “no pain no gain”. Este tipo de mensajes pueden aportar algo de motivación inmediata, pero también generan problemas a largo plazo cuando no podemos mantener el ritmo o se nos complica mantener nuestras rutinas. Tenemos que hablarnos desde nuestras propias realidades, es decir, siendo conscientes de cuál es nuestro contexto y nuestras circunstancias, permitiéndonos fallar de vez en cuando y premiándonos cuando somos capaces de hacerlo bien.
- Una mano amiga: las redes de apoyo siempre son nuestras mejores aliadas. Siempre será más fácil empezar un nuevo hábito si lo hacemos acompañados, alguien que nos aporte algo de motivación extra, unas risas ante los fallos o una mejor recompensa ante los objetivos cumplidos.
Tres hábitos que te ayudarán a mejorar tu día a día.
Conclusión
En definitiva, empezar a crear un hábito depende de muchos factores y no siempre tiene que ser asequible o sencillo, ya que influye mucho la situación personal de cada persona. Realizar algo día a día es difícil y por esto es importante intentarlo con los mejores apoyos y estrategias posibles. La fuerza de voluntad no se tiene, se construye día a día.
Aprende sobre las trampas de establecer mal una rutina aquí.
Artículo escrito por: Pedro Urbina