¿Qué es el trastorno de pánico y la agorafobia?
El trastorno de pánico se caracteriza por la presencia de crisis nerviosas en las cuales están presentes varios síntomas físicos que se viven intensamente. Entre los síntomas podrían estar: taquicardia, sudoración, aumento de la respiración y disminución de su profundidad, temblores, nauseas, etc. Aunque estos síntomas son comunes y muchos de nosotros los hemos sufrido en alguna ocasión, el problema comienza cuando hay un miedo persistente y que interfiere en nuestra vida, a que volvamos a tener una crisis o a experimentar esas sensaciones de nuevo.
Además, algunas personas pueden tener el trastorno de pánico junto con agorafobia. La agorafobia sería el miedo a los lugares amplios o abarrotados donde han tenido lugar crisis nerviosas o ataques de pánico. De esta forma, la persona es incapaz de estar en estos sitios por miedo a tener allí un ataque de pánico o, cuando está, lo hace con mucho malestar.
¿Cómo son los ataques de pánico?
El trastorno de pánico afecta a los tres niveles de respuesta del ser humano. Así encontramos cambios o síntomas en estos niveles:
En lo que se refiere a los pensamientos, se ve una tendencia a interpretar de manera catastrofista las sensaciones fisiológicas (por ejemplo, se puede interpretar a taquicardia como si fuese un ataque al corazón o un infarto). También es frecuente la existencia de pensamientos negativos sobre el futuro y sobre su capacidad para afrontar los ataques de pánico.
En el plano emocional y fisiológico la respuesta principal es la ansiedad. Cuando se da esta respuesta de ansiedad, son comunes respuestas fisiológicas intensas como sudoración, taquicardia, dificultad en la respiración (más rápida y con menor profundidad), etc. También suele ser habitual el sentimiento de desesperanza y la existencia de dificultades para la regulación emocional.
Sobre lo comportamental, destaca la tendencia a estar siempre vigilando y pendiente de las sensaciones físicas. También son habituales las comprobaciones constantes sobre su estado de salud (por ejemplo, midiendo el pulso o la tensión más veces al día de lo esperable según su estado, etc.). Son muy frecuentes los comportamientos de evitación de las situaciones donde se producen los ataques de pánico (sobre todo si el trastorno aparece combinado con agorafobia). Por último, en esta misma línea, suelen ser comunes las conductas de seguridad como llevar fármacos siempre a mano, tragar agua, no realizar deporte, etc.
¿Por qué tengo este problema?
El trastorno de pánico con o sin agorafobia suele desarrollarse porque la persona asocia los síntomas físicos con la creencia y la previsión de que se va a sufrir un ataque de pánico. En el caso de que además el trastorno de pánico esté acompañado por agorafobia, se pueden asociar estos síntomas físicos con lugares o situaciones concretas dónde ocurren. Sin embargo, hay determinadas características o factores que hacen más probable la aparición y desarrollo de este problema.
Dentro de este tipo de actores, destaca una posible vulnerabilidad biológica. Dentro de las consecuencias o características de esta vulnerabilidad los autores mencionan causas genéticas que hacen más probable que exista una alta sensibilidad a la ansiedad, como una de las causas con más evidencia empírica.
Entre los factores psicológicos, destaca la baja tolerancia a las emociones desagradables o intensas y, la percepción de que el mundo no es controlable. Además, también es importante la tendencia a sufrir estrés de manera continuada, ya que hace más probable la aparición de este tipo de trastornos. Por último, las personas que suelen ser ansiosas también tienen más probabilidad de desarrollar un trastorno de pánico.
Se ha visto como las personas que crecen en un entorno que se muestra preocupado de manera constante por el futuro con ideas catastrofistas sobre éste, tienden a desarrollar este problema con mayor frecuencia. Además, la existencia de problemas cardiacos o enfermedades en el entorno cercano también hace más probable la existencia de estos trastornos, ya que nos hace estar más sensibles a los síntomas.
Tratamiento: el modelo cognitivo-conductual como aval de eficacia terapéutica
Cuando se tiene un trastorno de pánico con o sin agorafobia es posible que sea difícil pedir ayuda profesional por la dificultad de ver su origen psicológico, o por la existencia de un grado muy elevado de afectación. Si ese es tu caso o el de alguien que conoces, es importante que contactes con un profesional con experiencia clínica que pueda ayudar a solucionar el problema.
Dentro de los diferentes modelos psicológicos que ofrecen tratamiento para este problema, el tratamiento cognitivo-conductual se ha mostrado en diferentes estudios empíricos como uno de los que ofrece mejores resultados. Así, en este tipo de tratamiento se aprenderá a restarle importancia a los síntomas fisiológicos, a reducir los niveles de activación y a restaurar las conductas habituales de la vida de la persona.