La palabra suicidio tiene su origen en sui: uno mismo y en câedere: matar. Es un fenómeno humano universal que ha estado presente en todas las épocas históricas. Sin embargo, las distintas sociedades han mantenido hacia él, actitudes enormemente variables en función de los principios filosóficos, religiosos e intelectuales de cada cultura.
La tendencia al suicicio
Uno de los factores de riesgo que se ha referido en multiplicidad de artículos para la conducta suicida es el de presentar antecedentes de un trastorno mental. La OMS estima que el riesgo de suicidio en personas con trastornos del humor (principalmente depresión) es 6-15%; alcoholismo, 7-15%; y esquizofrenia entre 4-10%. La conducta suicida incluyen entre otras: el intento suicida, definido como un acto auto-lesivo con cualquier grado de intención letal; el parasuicidio, o acto no mortal de autolesión deliberada; y la ideación suicida, constituida por pensamientos, planes o deseos persistentes de cometer suicidio (4,5). Según la OMS el suicidio se encuentra entre las 10 primeras causas principales de muerte y el impacto psicológico y social sobre la familia y la sociedad no es mesurable, en promedio un suicidio individual afecta íntimamente al menos a otras seis personas.
Las motivaciones al suicidio
Las ideas del suicidio pueden empezar con una pérdida o un trauma muy fuerte. Algunas personas cuando experimentan por mucho tiempo soledad, gran cantidad de estrés, depresión, rabia y desesperanza, cuando sienten que después de luchar, de buscar, ensayar y sentir dolor, no hay ningún lugar a donde correr o nadie a quien acudir, se van aislando y el deseo profundo de esconder el dolor se hace presente.
A una herida le sigue otra herida. El presente se convierte en un dolor interminable y la persona va entrando como en un ensimismamiento, percibiendo menos y menos de su entorno. Viene la desesperanza, pierde el balance, entra en un presente amargo y en un futuro sin ilusión. La persona se va adormeciendo, eventualmente deja de buscar ayuda y entra en el «trance suicida», el suicidio se convierte en la única esperanza o solución para terminar con el dolor.
El dolor es tan grande, que la única manera de sobrellevarlo o soportarlo, es no sintiéndolo. El sistema emocional, físico y mental, «se apagan», y la persona queda viviendo en un cuerpo vacío por dentro, como en una caparazón. En otras palabras, lo que pasa con el suicidio, es que el dolor es mayor que los recursos o herramientas para manejarlo.
La decisión del suicido
El suicidio es una solución permanente para un problema temporal. Tal vez pensamos que de esta forma se solucionan los problemas para siempre, que una vez estemos muertos, no hay nada que nos siga preocupando, que no importa cuánto dolor tengamos, éste cesará en el momento que dejemos de respirar. Si, puede ser ci
erto, el dolor pasa, pero ni siquiera podremos sentir este alivio una vez estemos muertos, ya que uno muerto no siente nada. Tal vez diríamos «esto es lo que quiero», «ya lo pensé y estoy cansado», o a lo mejor pensamos que las personas que nos intentan ayudar no están en nuestros zapatos, y es cierto. No lo están. Pero han escuchado a otras personas que lo han estado y que al darse un tiempo antes de cometer el acto, al buscar ayuda y ver otras opciones, empiezan a encontrarle sentido a la vida.
El hecho de que sintamos que nos queremos matar, no significa que tengamos que hacerlo necesariamente, hay que recordar que el sentimiento y la acción son dos cosas diferentes.
Las razones que llevan a una persona a quererse suicidar, son: experimentar por mucho tiempo soledad, gran cantidad de stress, depresión, rabia y desesperanza. Lo adecuado es buscar la ayuda de psicólogos si se está mal. En terapia psicológica, aprenderá a sanar el pasado, tomar responsabilidades por sus actos, investigará y aprenderá más de quién es realmente. Aprenderá a buscar ayuda de manera directa y consistente y expresar sus sentimientos. Aprenderá a sentir el dolor en lugar de reaccionar ante él.
El suicidio en los medios de comunicación
Recientemente hemos podido ver en la televisión un documental acerca del suicidio en España. Este video refleja que el acto suicida es una realidad que está ahí y que, no hablar de ello, no hace que desaparezca. En mi opinión, el documental sobre el suicidio, señala importantes puntos a tener en cuenta, sobre todo en lo referente a instituciones y profesionales del área, pero también en torno a la sociedad en general.
En el documental, diversas personas, víctimas directas o indirectas del suicidio, dan su testimonio acerca de la experiencia que ha supuesto para ellos y sus ideas para poder abordarlo. Por ejemplo, unos padres cuentan cómo perdieron a su hijo de 19 años, Elena cuenta como intentó suicidarse cuando tenía 17 años o Alfredo, quien perdió a su madre por suicidio. También intervienen diversos profesionales que defienden la idea de que hay que hablar sobre el suicidio para que deje de ser una muerte silenciada y combatir sus causas.
El suicidio es la primera causa de muerte violenta en España: provoca 3.500 muertos anuales y entre 30.000 y 90.000 víctimas llevan a cabo un intento de suicidio en un año; pero los familiares lo esconden y lo esconderán, porque en pleno siglo XXI se trata de un tabú y no hay campañas de prevención por parte de las instituciones para prevenirlo. Además, los medios de comunicación no hablan acerca del suicidio por miedo al efecto de la imitación; pero suicidios famosos como el del cantante Kurt Cobain (ampliamente cubierto por los medios de comunicación) demostró que no existe tal efecto de imitación.
Los resultados del tratamiento
Carmen Tejedor (psiquiatra) explica que creó un programa con el que consiguió disminuir en un 23% el intento de suicidio entre sus pacientes. Según indica «el intento de suicidio es inversamente proporcional a la felicidad que experimenta una persona«. Aún así, sigue siendo un gran enigma e indica que la mayoría lo hace por «poner fin a su sufrimiento«. Ofrece también algunos datos interesantes: las mujeres intentan suicidarse tres veces más que los hombres, pero, en cambio, por cada tres suicidas varones sólo una mujer consuma el suicido. También señala que el 90% de los suicidios están vinculados a una enfermedad mental pero que existen otros factores de riesgo como adicciones a alcohol y drogas o alteraciones afectivas; y «que si no estuviera mal visto socialmente, aquellos que se lo plantean podrían hablar acerca de ello y así se podría prevenir, en lugar de tener una conducta moralista y enjuiciarles o negarlo«. Plantea que el desencadenante es afectivo y además deja abierta una interesante cuestión «¿se trata de un síntoma, un síndrome o un complejo proceso?«
El psicólogo clínico Javier Jiménez hace una importante aclaración cuando afirma que «no todas las personas con trastornos psicológicos se suicidan o se intenta suicidar» y el escritor Ramón Andrés señala que «el suicidio está socialmente aceptado en la ficción pero no en la vida real, que es visto como un estigma. Incluso hasta principios de los años 80 lo que se suicidaban eran enterrados fuera del cementerio católico, clara muestra de exclusión«.
Los datos de suicidios de España
En lo que la mayoría de los profesionales involucrados en este área están de acuerdo es que la forma de registrar estos datos no es precisa. España tiene un tasa baja de suicidio (7,6 por cada 100.000 habitantes) pero estos datos no son fiables porque cuando los forenses o responsables de señalar la causa de la muerte tienen dudas, lo plantean como accidente, por tanto hay muchos casos de suicidio que quedan enmascarados bajo accidentes. E incluso señalan que Madrid, siendo una de las grandes ciudades de España, no es verosímil que tenga el índice más bajo.
Los adolescentes con enfermedades mentales es un colectivo de riesgo, pero también aquellos que reaccionan de manera impulsiva a las adversidades. Tanto los adolescentes como los mayores de 65 años son los que tienen mayor tasa de suicidio consumado, siendo las razones de los mayores de 65 años la soledad o la enfermedad mental.
El suicidio se puede prevenir, pero para ello se tiene que realizar una buena evaluación del riesgo. En España no existe un plan global de prevención, sino que es cada hospital el que tiene su propio plan de actuación, como por ejemplo una enfermera realiza llamadas de seguimiento de aquellos pacientes que acudieron al hospital por intento de suicidio. Existen ciertos colectivos que piden que se regularice el suicidio asistido para aquellos que así lo deseen, pero otros no están de acuerdo y proponen la medicina paliativa.
Personalmente, hay una frase que me ha llamado la atención: «El suicidio es una decisión que se toma en un instante cuyas consecuencias son para siempre». No sé si se trata de una decisión instantánea o meditada, lo que si considero es que un problema real y por tanto ha de ser abordado. No podemos cerrar los ojos y esperar que el problema se solucione. Pero más importante es aún que las personas aprendamos a reconocer las posibles señales, porque eso supondría que podríamos ayudar a esa persona cuando lo necesita.
Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos: Alba Ortiz
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