Efectos de la rumiación

Algunos pensamiento pueden generar cierta disonancia y cierto malestar. Incluso a veces podemos sentir como nos quedamos «enganchados» en ellos. Esto es lo que en psicología llamamos pensamientos rumiativos o rumiación.

Qué es la rumiación

Uno de los principales problemas que se suelen encontrar en la clínica son los pensamientos “rumiativos”, y es que a los profesionales de la psicología no se les ocurrió otro nombre para describir esas conductas de pasar el día dando vueltas a las cosas, pensando constantemente en las preocupaciones y los posibles problemas que están por venir, como si las preocupaciones fueran el pasto que rumia constantemente una vaca en su día a día.

Es importante entender que esta “rumiación” es una conducta más, y como tal sigue los mismos principios de aprendizaje que otras conductas y no puede calificarse como buena o mala esencialmente. De hecho, esta capacidad de comerse la cabeza es la misma que ha llevado a grandes físicos, filósofos y científicos a elaborar las teorías por las que nos movemos hoy en día. Aunque no hace falta irse a casos extremos, esta conducta de sobre pensar las cosas puede ser la misma que nos haya solucionado más de un problema en el trabajo, en relaciones sociales o nos haya evitado posibles problemas futuros precisamente por preocuparnos por ellos. Aunque a esta versión la solemos llamar resolución de problemas y se caracteriza por ser un pensamiento mucho más concreto, con pasos lógicos y momentáneo, frente a la abstracción, continuidad y irracionalidad de las preocupaciones rumiativas.

Aprende algunas formas de enfrentarte a los pensamientos rumiativos aquí.

¿Por qué rumiamos?

Las funciones de la rumiación pueden ser muy diversas, dependiendo del caso de cada persona, pero generalmente se suelen dar porque hemos aprendido a desenvolvernos en los problemas mediante estas estrategias y nos pueden llegar a traer beneficios. Esta parte positiva de la rumiación suele basarse en la sensación de control que produce, la idea de que nos estamos “haciendo cargo” de nuestros problemas y nos responsabilizamos de nuestras preocupaciones. Además, es una estrategia maravillosa para evitar la incertidumbre que podrían causar situaciones futuras para las que no estamos seguros de cómo afrontar o cómo nos pueden llegar a afectar.

Sin embargo, junto a estos beneficios inmediatos vienen asociadas algunas consecuencias que pueden convertirse en un gran problema.

Junto a la sensación de control, el anticipar las consecuencias no siempre es una buena estrategia, ya que muchas veces no tenemos el control suficiente de la situación como para saber qué puede llegar a pasar o directamente no depende de nosotros cambiar lo que vaya a pasar. Existen ocasiones donde por mucho malestar que nos produzca, no tendremos capacidad de cambiar lo que está pasando. En estas ocasiones, darle vueltas al problema no nos trae nada positivo, de hecho, tiene un efecto contrario que es la fuente de malestar de muchos pacientes.

Rumiar nos hace estar en contacto constantemente con emociones negativas. Si le estamos dando vueltas constantemente a una preocupación, miedo o situaciones aversivas, siempre estaremos sintiendo el malestar que nos producen, siempre tendremos una respuesta emocional negativa. Esta respuesta emocional, a su vez, puede ser caldo de cultivo para que la rumiación se torne mucho más catastrofista y peligrosa (si se vuelve más catastrofista, rumiaremos más y estaremos más en contacto con esas emociones negativas), pudiendo llegar a producir fuertes sensaciones de ansiedad y estrés.

Ahora bien, igual que hemos introducido el tema diciendo que esto es una conducta aprendida por los beneficios que nos trae a corto plazo, eso también significa que podemos aprender a pensar de otra forma en estas circunstancias, dirigiéndonos a un pensamiento más centrado en la solución de problemas concreta y lógica, desanclándonos de esas respuestas emocionales tan intensas y dirigiéndonos hacia las conductas que tengan más sentido para cada uno. Siendo este uno de los principales trabajos que realizamos en terapia.

¿Cómo influye la rumiación en la ansiedad?

Artículo escrito por: Pedro Urbina