Efecto Halo: ¿Lo bello es siempre bueno?

 

No es poco común que pensemos que las personas más atractivas son también las más simpáticas e interesantes. Esta tendencia a atribuir características positivas como la simpatía o la inteligencia a partir de un solo rasgo como es el atractivo físico, se explica mediante el Efecto Halo.

 

– Si quieres saber más sobre qué hace que alguien nos atraiga, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí

 

El término fue propuesto en un artículo de 1920 por el psicólogo Edward Thorndike. A partir de los resultados de su investigación con militares, pudo observar cómo las personas adquieren una valoración globalmente positiva de aquel al que juzgan, tras una evaluación positiva de un aspecto concreto. Lo mismo sucede en el caso contrario, ante cualidades concretas valoradas negativamente, se atribuye una valoración general negativa a la persona.

 

¿Qué es el Efecto Halo?

 

Este sesgo consiste, por tanto, en una generalización errónea a partir de una única cualidad de un objeto o persona. De esta manera, la valoración (positiva o negativa) de dicha característica, se extiende al resto de características del objeto evaluado. Esto, como podemos imaginar, condiciona el modo en el que vemos la realidad.

 

Parece como si nuestro cerebro “rellenara” la información que le falta a partir de una primera impresión. A partir de ahí, cambia nuestra percepción, que se ajusta a la idea que previamente nos hemos formado.

 

¿Cómo funciona el Efecto Halo?

 

El Efecto Halo aparece como consecuencia del modo en el que procesamos la información. Ello hace que este sea un sesgo bastante universal y difícil de detectar o evitar.

 

Filtrando la información que nos llega

 

Buscar información que apoye nuestras ideas y creencias es una tendencia característica de la mente humana. Normalmente atendemos a la información congruente con lo que pensamos, e ignoramos la información incongruente. De esta manera es más fácil que pase desapercibida información contradictoria que desmentiría nuestras concepciones. Siguiendo con el ejemplo de la persona atractiva que también nos parece simpática, es muy probable que prestemos más atención a aquellos actos que indiquen que la persona es amigable con los demás, y obviaremos los actos que indiquen lo contrario.

 

Vemos en las personas lo que provocamos con nuestros actos

 

Generalmente tratamos a las personas de acuerdo con nuestras expectativas, de manera que es más probable que tratemos de un modo más afable a alguien que valoremos positivamente. Esto, a su vez, hará que la otra persona nos responda más cálidamente, lo que refuerza nuestra creencia inicial.

 

Un ejemplo claro de esto es el Efecto Pigmalión. Este sesgo nos muestra cómo las expectativas de los profesores sobre sus alumnos influyen en el aprendizaje y las calificaciones de sus pupilos. En general, los profesores son más cálidos, dan más oportunidades y enseñan más materia a los alumnos que consideran aventajados, y ello hace que aprovechen mejor la enseñanza y estén más motivados.

 

– Si quieres saber más sobre el efecto Pigmalión, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí

 

Normalmente funcionamos en modo “piloto automático”

 

 

La mayor parte del tiempo procesamos la información de un modo superficial, de manera que no solemos cuestionarnos la validez de nuestras creencias. En realidad las presuposiciones y las teorías sobre cómo son las personas y los objetos resultan adaptativas hasta cierto punto. Nos ayudan a economizar el procesamiento de la información.

 

Hacerse una idea rápida de aquello que nos rodea resulta adaptativo, porque nos da información como en quién debemos confiar y en quién no, aunque a veces este juicio pueda no ser del todo exacto. Tenemos la teoría implícita de que alguien guapo será también más agradable, y no somos objetivos ni intentamos buscar evidencia al respecto.

 

 

– Si quieres saber más sobre la intuición, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí

 

Efecto Halo en la vida cotidiana

 

El efecto de lo bello es bueno podría sustentarse en varios mecanismos. Los medios de comunicación, que asocian el atractivo físico a características positivas (por ejemplo, en los personajes de series y películas), podrían ser una de las fuentes que alimentan esta creencia. Otros enfoques más biologicistas defienden que el atractivo físico es indicador de “buenos genes”, lo que convierte la aproximación a lo bello en una tendencia adaptativa en términos de evolución.

 

La publicidad es un ámbito que se ve especialmente beneficiado por el Efecto Halo. Una técnica publicitaria normalmente exitosa es la de asociar un producto determinado a una cara famosa. La imagen pública del famoso, cuidadosamente estudiada por las agencias de marketing, se extiende así a la valoración del producto de consumo.

 

 

– Si quieres saber más sobre la psicología publicitaria, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí

 

 

En nuestra vida cotidiana, este efecto alcanza a cualquier tipo de interacción con otras personas. Por ejemplo, numerosos estudios demuestran que un rostro atractivo facilita ser seleccionado para un puesto de trabajo, incluso antes de conocer a la persona físicamente. Como hemos comentado anteriormente, podría afectar también a la enseñanza, además de otros muchos ámbitos de nuestra vida.

 

Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano