El psiquiatra austriaco Sigmund Freud concebía la personalidad del ser humano como un modo de lidiar entre los conflictos internos de la persona y las demandas exteriores. El nivel de éxito que el individuo alcanzase en esta interacción sería lo que determinase su adaptación al entorno, y lo que le permitiría convivir en sociedad.
Su teoría de la personalidad se va ampliando a lo largo de los años, y Freud va añadiendo distintos enfoques complementarios cada vez. En concreto, a lo largo de su obra propone 5 modelos de personalidad que se superponen y se combinan los unos con los otros.
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Los 5 modelos de personalidad de Freud
Modelo topográfico
Para explicar este modelo, Freud propone la famosa metáfora del iceberg, según la cual se podría dividir la mente del individuo en tres niveles.
Una primera parte visible del iceberg conformaría lo que Freud denominó “consciente”. Esta sería la zona accesible de nuestra mente en un momento dado, en la que aparecerían ideas, sensaciones y recuerdos a los que podemos acudir sin esfuerzo.
En un segundo nivel, sumergido pero aún visible, se encontraría el preconsciente, que contiene los pensamientos, sentimientos y memorias que no se hacen explícitos en un momento dado, pero a los que se puede acceder desde la conciencia.
Por último, la mayor parte de iceberg, sumergida, representaría el inconsciente, donde se hallarían los pensamientos, sentimientos y recuerdos inaccesibles a la consciencia. El inconsciente contendría aquellos contenidos desagradables o dolorosos para el individuo que éste evita para no sufrir.
Modelo dinámico
Como decíamos al principio de este artículo, Freud concibe la personalidad como la integración de los conflictos internos con las exigencias de nuestro contexto. En esta línea, este modelo habla sobre la dinámica que se establece entre la búsqueda de gratificación instantánea o satisfacción de impulsos, y los mecanismos de defensa, que pretenden mantener esta a raya. El objetivo de estos mecanismos de defensa es el de adaptar al individuo y permitirle que se desenvuelva en el entorno social en el que debe convivir.
Modelo económico
El modelo económico se basaría en el concepto de “pulsión”, que hace referencia a los impulsos que surgen a partir de necesidades corporales básicas, como el hambre, la sed o el sexo. Estas pulsiones serían el motor último de nuestras acciones.
Freud distingue dos tipos principales de pulsión. Por un lado, la pulsión de vida o Eros, que se encargaría de asegurar la conservación de uno mismo y de la propia especie. Dentro de éste se encontrarían conductas como el establecimiento de relaciones con otros individuos, la reproducción o la autoprotección. Por otro lado, la pulsión de muerte o Thanatos, que englobaría las tendencias destructivas del ser humano, tanto hacia uno mismo como hacia los demás.
Modelo genético
En relación con las pulsiones antes mencionadas, Freud concibe la líbido o impulso sexual como eje central de nuestro desarrollo a lo largo de la vida. Según esto, establece la división en 5 etapas del desarrollo psicosexual, cada una de las cuales se refiere a la búsqueda de placer sexual localizada en zonas concretas del cuerpo, en función de la edad.
Modelo estructural
Según este modelo, la mente se encontraría dividida en tres instancias, las cuales se situarían a distintos niveles de conciencia:
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- Ello o principio de placer: Constituye la parte instintiva, irracional, relacionada con los deseos del individuo. El Ello impulsaría a la persona a buscar la satisfacción de estos impulsos
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- Superyó: Contiene las reglas morales y sociales, adquiridas a través de la cultura. Su objetivo es preservar una buena imagen de cara a los demás y también hacia uno mismo. Para ello, el superyó debe reprimir los impulsos y deseos de uno
- Yo o principio de realidad: Esta sería la dimensión integradora de la personalidad. En él se rlacionarían, por un lado, el Ello y la búsqueda irreflexiva de placer; y por otro lado, el Superyó, que trataría de inhibir los deseos del Ello
Consideraciones finales
El Psicoanálisis, corriente psicológica inaugurada por Freud, parte de las teorías de éste y desarrolla una metodología y un marco teórico propio, que cuenta con sus defensores y detractores.
Aunque ha perdido fuerza en las últimas décadas, aún cuenta con un apoyo considerable. Los defensores de las distintas ramas del Psicoanálisis actual remarcan el estudio y reflexión sobre temas de la psique humana que no se tratan desde otros enfoques, y que aportan al Psicoanálisis un valor añadido.
Sin embargo, también han sido numerosas las críticas que se han hecho a esta corriente, y especialmente tras la aparición del método cognitivo-conductual en terapia. El principal reproche que se le hace al Psicoanálisis es su falta de cientificidad.
Esta corriente carece de un método sistemático y aplicable al grueso de la población, a diferencia del método cognitivo-conductual. Ello supone que una terapia de corte psicoanalítico tenga menos garantías de eficacia que otros métodos, además de que se basa en supuestos que no han sido contrastados o que directamente no pueden ser contrastables. Ejemplos de esto serían el hecho de afirmar la existencia de una sexualidad infantil o de suponer la existencia de pensamientos subconscientes e inaccesibles, entre otros.
Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano