El estrés es uno de los motivos por los que más se consulta en psicología clínica y en concreto, en la terapia para adultos. De hecho suele encadenar muchos problemas derivado como problemas en el trabajo, problemas de pareja, etc. Además, el estrés también tiene una repercusión orgánica si se mantiene durante un periodo prolongado de tiempo. Una de esas consecuencias tiene que ver con la hormona cortisol, a la que dedicaremos el artículo de hoy.
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Cortisol y estrés
El estrés se define como una situación de alarma prolongada por un estímulo externo que se considera como factor estresante. ante esta situación de alarma, el individuo se preparar física y mentalmente para afrontarla, aunque este factor estresante no requiere la intensidad de alarma con la que el cuerpo responde. Ante esta preparación física que supone el estrés, nuestro sistema nervioso genera diferentes neurotransmisores entre ellos el cortisol.
Esta hormona, se la conoce como la hormona del estrés, ya que es una de las más importantes en este proceso. Esta hormona se encarga de la respuesta de alarma y la preparación para la lucha o huida con la consiguiente producción de energía. Algunas de sus acciones son: aumentar la producción de glucosa para que los músculos puedan actuar con mayor energía de forma inmediata, inhibir la producción de insulina para evitar el almacenamiento de glucosa y ésta pueda estar disponible, estrecha las arterias para aumentar la tasa cardiaca y aumentar el bombeo de sangre, etc. Aunque la acción del cortisol ayuda a dar una respuesta a esta situación de alarma, a largo plazo genera problemas en el organismo como en el sistema digestivo, hipertensión arterial, insomnio, etc.
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Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Sara Catalán