El síndrome del impostor y el efecto Dunning-Kruger

El síndrome del impostor

El síndrome del impostor fue descrito por P.Chance y S. Imes en 1978. Se trata de la creencia y el convencimiento de que uno no es capaz, o no está preparado para realizar las tareas del puesto de trabajo que desempeña. Seguramente un elemento fundamental en su aparición es el perfeccionismo y la gran auto-exigencia que el individuo desarrolla consigo mismo. Paradójicamente, las personas que sufren este síndrome suelen ser grandes profesionales con unas estupendas capacidades para desarrollar sus labores. Estas personas piensan y sienten que pese a poder alcanzar éxitos y reconocimiento por sus capacidades, no son merecedores de ellas. En su primer estudio las autoras revisaron varios casos de mujeres que, a pesar de su gran expediente universitario, preparación, y trayectoria profesional, consideraban no estar suficientemente preparadas y formadas para desarrollar su cargo, se sentían impostoras, y tenían la sensación de estar engañando por el desarrollo de sus funciones. Posteriormente también se apreció este síndrome en hombres. Todas estas personas perciben que las metas que han conseguido son producto de la suerte o la casualidad, y se perciben con importantes carencias en las competencias que han de poner en juego. Temen por tanto, que en cualquier momento puedan ser descubiertas en sus limitaciones, y eso les produce una gran preocupación y nerviosismo. La idea de ser un fraude les atormenta. Estos componentes pueden aparecer de forma temporal, aunque también se pueden hacer crónicos. El síndrome suele ser más común en mujeres. En casos muy acentuados pueden terminar forzando una pausa laboral o una baja. El tratamiento psicológico se hace en muchos casos necesario. También es muy importante para la mejoría el apoyo social de grupos de iguales, compañer@s de trabajo que se motiven y permitan la expresión emocional de sus dificultades, sentimientos y miedos.  

Síntomas del síndrome del impostor

Pensar demasiado (“overthinking”)

Son personas que dan demasiadas vueltas a pensamientos relativos a sus capacidades para desarrollar su trabajo. Se cuestionan con demasiada frecuencia su valía. No quedan satisfechas de todo lo que hacen (sus logros), y acentúan sus pensamientos en lo que deberían haber hecho y no han hecho. Si quieres saber más sobre las consecuencias de pensar demasiado, puedes leer nuestro artículo aquí

Compararse habitualmente

Es difícil que las personas con síndrome del impostor queden satisfechas con su rendimiento porque están continuamente comparándose con los demás. Tienen una capacidad muy alta para ver sus debilidades y les cuesta mucho ver sus méritos. Creen que los demás consiguen más cosas que ellos y que rinden mejor. Si quieres saber más sobre el efecto negativo de la comparación con los demás sobre la autoestima, puedes leer nuestro artículo aquí  

No aceptan bien los elogios

Al no sentirse bien con el trabajo que realizan cualquier refuerzo externo o elogio lo creen inmerecido y pueden incluso llegar a tomárselo mal o directamente no reconocerlo. Si quieres saber más sobre cómo responder a los elogios, puedes leer nuestro artículo aquí  

Sobrecarga de trabajo

Su necesidad por sentirse bien con la realización de sus tareas les hace sobrecargarse de trabajo con objeto de llegar a unas cotas de exigencia muy altas. Existe continuamente una necesidad de sentirse mejor que los demás como forma de compensar sus inseguridades. Todo ello se termina por convertir en una lucha permanente consigo mismo que en algunos casos termina por se extenuante.  

Efecto Dunning-Kruger

Este efecto podría resumirse con la expresión; “el incompetente que se considera competente”. Hace referencia a personas que realmente han demostrado su incompetencia, y que por el contrario piensan todo lo contrario. Se creen muy competentes. Por lo tanto, en este cuadro se pone en relevancia una gran incapacidad de autocrítica y reconocimiento de la realidad. A las personas nos cuesta evaluar de forma objetiva nuestras habilidades, a menos que tengamos la capacidad de reconsiderar nuestras valoraciones, conocimientos o acciones. Por este motivo, algunas personas cuanto menos saben de algo más creen tener conocimiento al respecto. Es muy común en nuestra sociedad escuchar a personas que dan lecciones o muestras de conocimiento de todas las materias, sin que esto sea así. Se trata de un error cognitivo descubierto por Justin Kruger y David Dunning en los 90. En sus estudios observaron que los participantes más sobresalientes en sus pruebas se percibían por debajo del resto, mientras que los menos brillantes y mas incapaces, creían ser mejores de lo que realmente eran. Su forma de pensar no saca conclusiones y valoraciones adecuadas, se dejan más bien llevar por prejuicios y sus propias teorías e ilusiones relativas a su capacidad y conocimiento.   En CIPSIA psicólogos somos expertos en problemas de autoestima y perfeccionismo excesivo. Si a menudo te sientes un impostor ante tus propios logros, y no sabes cómo resolverlo, no dudes en contactarnos.

Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Francisco Ortiz