Características de la resiliencia

Las situaciones difíciles son algo casi inevitable en la vida de una persona, eventos de pérdidas importantes, enfermedades difíciles o situaciones más catastróficas puede cambiar drásticamente la vida de algunas personas, pero existe un factor importante que determina cómo reaccionamos ante estos eventos que nos ayuda a reducir las posibles consecuencias psicológicas que conllevan; la resiliencia.

La resiliencia es uno de esos conceptos de la psicología que ha conseguido mucha fama en estos últimos años debido a su importancia y aplicabilidad, por lo que aquí te contamos qué es exactamente y cómo llegar hasta ella.

Qué es la resiliencia

En su significado original, la resiliencia es la capacidad de un material para recuperar su estado inicial cuando es sometido a presión. En psicología, adaptamos este concepto para hacer referencia a la capacidad de adaptarse o hacer frente a situaciones adversas, una capacidad de restructuración que, según algunos autores, puede incluso usar las situaciones difíciles para ser transformado positivamente por ellas (aunque esto último no es estrictamente necesario).

Una de las características que debemos tener muy en cuenta en esta definición es que la resiliencia no es la ausencia de dificultad o dolor, estas son en gran parte inevitables ante situaciones adversas, si no la tolerancia de estas emociones y la consecuente persecución de nuestros objetivos a pesar de la situación.

Características de la resiliencia

Las principales características de la resiliencia son que es universal, se puede mejorar y es inestable a lo largo del tiempo, tanto porque tiende a aumentar con la edad como porque los acontecimientos influyen en ella.

La forma más directa de mejorar la resiliencia es intentar potenciar y entrenar los siguientes factores:

  • Mantener relaciones de apoyo y confianza es el factor más decisivo a la hora de encontrar estructura y seguridad en las situaciones más adversas.
  • Mantener planes realistas y poder desarrollarlos paso a paso, asegurarnos una base desde la que poder actuar.
  • Dentro de estos planes es necesario buscar un “sentido”, es decir, que sean cogerentes con nuestra proyección vital, con nuestra visión de futuro. Esto pasa desde grandes planes de futuro hasta pequeños hobbies que sean coherentes con los gustos del sujeto y desde ahí aportar motivación para el cambio.
  • Apertura a la experiencia y tolerancia a la incertidumbre. Ser capaz de tolerar las emociones negativas, entendiendo su sentido en estas situaciones difíciles, puede ser lo que marque la diferencia entre una buena capacidad de resiliencia y un sufrimiento más prolongado.
    • En este sentido, ser capaz de ver las crisis como obstáculos momentáneos en lugar de dificultades insuperables puede cambiar la forma en la que reaccionamos ante estos eventos.

Aprende como desarrollar la resiliencia aquí.

Estos factores actúan en interacción y es precisamente esto lo más importante. No es necesario mantener todos los factores activos, con tal de mantener algunos pocos ya nos facilita una visión más positiva del suceso y nos aporta recursos con los que poder superar tales adversidades. Además, estos factores pueden desarrollarse de muy diversas formas, únicas de cada individuo; algunas personas escriben sobre sus pensamientos y sentimientos más profundos relacionados con la experiencia traumática u otros eventos estresantes en sus vidas. La meditación y las prácticas espirituales ayudan a algunas personas a establecer relaciones y restaurar la esperanza. Muchas veces encontraremos que las personas tienen recursos únicos que ya le están ayudando. El objetivo último es que la persona pueda desarrollar estos recursos y sea capaz de fomentar su flexibilidad.

Artículo escrito por: Pedro Urbina