Las amistades pueden ser una gran fuente de felicidad y de apoyo en nuestras vidas. Con ellas compartimos los momentos buenos y los no tan buenos, pero sabemos que siempre están ahí cuando las necesitamos. Sin embargo, en algunos casos, las amistades parecen desgastarnos más que aportarnos, y sin darnos cuenta, podemos vernos inmersos en una de las llamadas amistades tóxicas.
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Señales para detectar amistades tóxicas
Mucha gente coincidirá en que no todas las amistades son iguales. Hay personas con las que mantenemos un contacto más estrecho, y a las que realmente podemos considerar amigos, en las que sabemos que podemos confiar: con las que más a gusto nos sentimos. Otros amigos son más bien “conocidos”, con los que a veces coincidimos. Con ellos nos llevamos bien, y podemos tomar una cerveza y pasar un buen rato. Las amistades tóxicas son algo distinto de todo esto, pues se basan no en la apreciación sincera, sino en el interés o en lo que una de las partes pueda obtener de la otra. Este tipo de amistades son las que nos hacen sentir mal tras pasar el rato con ellas, muchas veces sin saber muy bien por qué.
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Falta de reciprocidad
Si suponemos que cualquier relación personal se basa en un balance entre dar y recibir, la reciprocidad es un valor imprescindible para la amistad. Ello no quiere decir que en todo momento cada persona deba dar-aportar el 50/50 a la relación, pero sí es importante que a lo largo del tiempo se mantenga cierta equidad. Como en el dicho, “Hoy por ti y mañana por mí”.
Cuando en una relación una de las partes intenta aprovechar la generosidad del otro para desequilibrar la balanza, empezamos a sentir que la relación es injusta. Quizá, una de las cosas que peor sabor de boca nos deja a este respecto es que la otra persona nos niegue su apoyo en momentos difíciles. Ello nos hace pensar que es poco confiable, y podemos sentir que ha abusado de nuestra amistad.
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Descalificación y manipulación emocional
Otra de las banderas rojas más peligrosas en una relación interpersonal es la manipulación emocional. Valiéndose de la culpabilidad, de las amenazas o las promesas, la persona mantiene al otro a su merced. De nuevo, el chantaje emocional sirve para aprovecharse de las personas valiéndose del vínculo de afecto.
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Una forma común de manipulación en las amistades tóxicas es la descalificación, que consiste en manipular la realidad y la percepción del otro, para confundirle y hacerle dudar de su propio criterio. Estas “puyas” o faltas de respeto (más sutiles o más claras) minan nuestra autoestima y generan gran malestar.
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Faltar al respeto
En relación a los puntos anteriores, el no respetar a la otra parte condena cualquier relación interpersonal al fracaso. Cuando no se tienen en cuenta las propias peticiones, ideas o sentimientos, nos sentimos pisoteados e impotentes. La falta de respeto puede extenderse incluso a insultos o falta de cordialidad hacia seres queridos (familia, pareja, otros amigos, etc.)
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Negatividad y “drenado” emocional
En algunas amistades, el único tema que se trata es lo mal que le va a una o a ambas partes. Solo se habla del “todonegrismo”, la persona se queja constantemente por todo, y se instaura en el papel de víctima, desde la pasividad y no desde el intento de mejorar y lidiar con los problemas. Por supuesto, todo el mundo puede pasar por una mala racha y querer buscar apoyo en los amigos, pero el instaurarse en el victimismo no es productivo, y muchas veces puede resultar agotador para la otra parte.
Por otro lado, la negatividad en las amistades tóxicas puede traducirse también en que la relación se forje a partir de los cotilleos y en hablar mal de otras personas, en lugar de construir el vínculo en base al apoyo mutuo y el tiempo compartido.
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Amores no correspondidos
El hecho de que sólo se valore al supuesto “amigo” en base a un interés sexual o romántico corrompe el vínculo de amistad. Especialmente si la otra persona no sabe de las intenciones del otro, este tipo de amistades son realmente poco honestas. Las expectativas de la parte interesada en algo más que amistad no se corresponderán con la realidad, y pueden generar malentendidos. Por ejemplo, si dos personas mantienen una relación de este tipo, y la persona sobre la que se tiene interés encuentra pareja, pueden aparecer reproches del tipo “Yo te trato bien, ¿por qué sales con X persona y no conmigo?”.
En definitiva, si solo se valora al otro por un interés romántico-sexual, en vez de en base a una apreciación genuina y desinteresada, la amistad está condenada al fracaso. Por supuesto, pueden surgir relaciones de pareja de amistades, pero si alguna de las partes no está interesada, pueden surgir conflictos.
Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano