La Escritura Terapéutica

¿Has probado alguna vez de escribir tus sentimientos sobre un papel? Si lo has hecho, habrás experimentado que encima del papel eres capaz de expresar todos tus sentimientos y de reflejar tus verdaderas emociones. Estamos hablando de la escritura terapéutica. 

Tradicionalmente, las personas han llevado a cabo la escritura de un diario personal, en el que expresaban las emociones más destacables del día,  reflexionaban sobre él por qué se han sentido de una determinada manera, y analizaban sus conductas y reacciones de un modo más detenido.

Esta clásica tarea se ha repetido durante miles de años ya que las personas encuentran en la escritura un espacio para la reflexión y para hacer conscientes los sentimientos y las emociones más ocultas.

Actualmente, muchos psicólogos reconocen el lado terapéutico de la escritura y coinciden en la necesidad de usar esta herramienta para facilitar la reflexión sobre algunos hechos que en el día a día nos pasan desapercibidos. Para el psicólogo, el hecho de poner tareas escritas, además de ayudar a los pacientes a ser conscientes de sus pensamientos, de sus emociones, del efecto que tienen sus conductas y sus dialogo internos, también aporta mucha información al psicoterapeuta sobre los procesos mentales y las dinámicas que el paciente lleva a cabo.

La escritura mejora la salud física y psicológica de las personas. De hecho, se ha descubierto que al exteriorizar las emociones y expresarlas ayuda a prevenir muchas enfermedades físicas, siendo también un factor protector contra el cáncer.

Esta práctica también mejora el sistema inmunológico. Según Pennebaker, escribir estimula la protección inmunológica. Esto es debido a que ayuda a dormir mejor y a desactivar nuestra actividad fisiológica liberando las tensiones acumuladas durante el día. De este modo, el hecho de escribir sobre los problemas o inquietudes puede ayudar a disminuir el estrés diario y la ansiedad que se sufre ante determinada situaciones.

Por otro lado, escribir también fomenta el desarrollo de nuestra autoestima. Si escribimos sobre cómo nos percibimos a nosotros mismos o sobre nuestras fortalezas, nos obligamos a pensar en estas y a descubrirnos más a nosotros mismos, hecho que no solemos hacer a menudo. Si nos proponemos descubrir cuáles son las cosas que hacemos bien y en qué destacamos, nos haremos conscientes de la gran cantidad de situaciones en las que somos eficaces. Contrariamente, si encontramos algún aspecto que consideramos que debemos mejorar, al plasmarlo sobre el papel nos ayudará a encontrar más fácilmente los pasos que debemos hacer para cambiarlo y a ser más objetivos con los hechos sucedidos, evitando de este modo la tendencia al autocastigo que suele aparecer de forma automática mediante el dialogo interno que tenemos con nosotros mismos.    

Otro ámbito en el que también es beneficioso escribir es en la resolución de un problema. La mayoría de la personas, cuando tienen un problema o alguna situación que les desborda emocionalmente, tienden a emplear más tiempo preocupándose sobre si podrán afrontarlo o no, y sobre lo catastrófico que es lo que ha pasado o lo que va a pasar. Si nos acostumbramos a analizar los hechos sucedidos sobre un papel, es decir: detallar el problema, proponer las alternativas que tenemos para solucionarlo, y distinguir lo que ha sucedido de lo que es una anticipación del futuro que no podemos predecir. Estaremos usando un tiempo útil para resolver el problema en cuestión, y una vez encontrada la solución, podremos seguir disfrutando de nuestro presente con nuestra total disposición y sin la interferencia de nuestros pensamientos ansiógenos.

El equipo de CIPSIA psicólogos os recomienda algunas propuestas para empezar a practicar la escritura terapéutica:

  1. Escribir una lista de cosas que harías si no te sintieras culpable. Por ejemplo: si no me sintiera culpable me tomaría un trozo de chocolate al día, saldría con mis amigos con más frecuencia, etc.
  2. Elabora una lista que empiece por “Me doy permiso para…” Por ejemplo: me doy permiso, para disfrutar de las satisfacciones diarias, para poner fin a mis tareas a partir de las nueve de la noche, etc.
  3. Enumera los adjetivos negativos que has oído sobre ti durante tu vida y escribe al lado, de quiénes los has recibido y en mayúsculas pon: UNA OPINIÓN NO ES LA REALIDAD, SI A VECES ME HE COMPORTADO ASÍ, NO SIGNIFICA QUE SEA ASÍ Y QUE NO PUEDA CAMBIAR.
  4. Elabora una carta de amor a ti mismo, utilizando el mejor de los tonos e intentando comprenderte en todas tus facetas o tus defectos.5
  5. Escribe una carta a esa parte exigente de ti mismo, expresándole cómo quieres que te trate de ahora en adelante, y explicándole cómo te sientes cuando te exige de ese modo. Pídele un cambio.
  6. Escribe una carta a un mago pidiéndole todo lo que desees. Podrás pedir objetos u otras cosas materiales, además d todas esas cosas que no se consiguen con dinero como cualidades, fortalezas, etc. La carta se dividirá en dos partes, la de los deseos posibles y la de los imposibles.

Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos: Anna Cadafalch