¿Alguna vez ha sentido taquicardia, exceso de sudoración, vértigo, temblores, sensación de perder el control? Si la respuesta es afirmativa, puede estar sufriendo ansiedad.
La ansiedad forma parte de la condición humana y sirve para afrontar situaciones de peligro o riesgo. Sin embargo, cuando es demasiado intensa, se convierte en sufrimiento que es necesario controlar.
La característica esencial de este trastorno es un sentimiento de desasosiego generalizado y persistente, que no está referido a ninguna causa en particular, al menos no somos conscientes en ese momento de donde proviene.
Para que el trastorno de ansiedad sea diagnosticado como tal, el paciente debe presentar síntomas de ansiedad casi todos los días durante varias semanas seguidas. Los signos de ansiedad más habituales son: aprensión (excesiva preocupación sobre posibles desgracias futuras, sentirse al límite de sus fuerzas, dificultad de concentración), tensión muscular (agitación e inquietud, dolores de cabeza, temblores, incapacidad de relajarse), hiperactividad vegetativa (mareos, sudoración, aumento o disminución de la frecuencia cardiaca, molestias gástricas, vértigo, sequedad de boca).Los niños suelen manifestar una necesidad constante de seguridad y atención, y quejas somáticas reiteradas.
Las situaciones más habituales que suelen producir ansiedad son: empezar en un nuevo trabajo o colegio, mudarse a una nueva casa, casarse o separarse, tener un hijo, finalizar una relación sentimental, tener una alta exigencia laboral o autoexigencia, no mantener una planificación correcta de las tareas diarias, hacer tareas con prisa en el último momento…
Si te planteas que puedes tener un problema de ansiedad, piensa que el primer paso para hacerle frente es reconocer que sufres ansiedad. Intenta ser consciente de cuando te ocurre, de qué síntomas sufres y si necesitas apoyo psicológico acude a un especialista. Una vez conozcas todo esto, puedes comenzar a hacerle frente.
Una de las estrategias que se utilizan para el manejo de los síntomas de ansiedad es la relajación. Existen varias técnicas, algunas de las más comunes son la relajación diafragmática, la relajación progresiva y la imaginación guiada. Cada una de ellas tiene un mecanismo de actuación diferente (respiración, tensión y distensión muscular, imaginación). Sin embargo, para todas ellas es importante centrar la atención en la respiración, hay que ser conscientes del estado de relajación en el que poco a poco vamos entrando y disfrutar de las sensaciones y emociones que sentimos.
Algo fundamental para conseguir los efectos deseados de estas técnicas es su práctica regular. Es necesario practicar la relajación un mínimo dos veces diarias para notar sus efectos beneficios.
Un aspecto importante en los trastornos de ansiedad son los pensamientos asociados. Ante situaciones que nos producen ansiedad solemos menospreciar nuestras habilidades y conocimientos, vemos las preocupaciones de forma sesgada teniendo en cuenta únicamente las consecuencias negativas o magnificamos las cosas y las imaginamos mucho más terribles de lo que realmente son. Estos pensamientos negativos sobre nosotros mismos y la situación nos llevan a interpretar los hechos de forma negativa y a aumentar nuestra activación y preocupación.
Desde el equipo de CIPSIA psicólogos evaluamos tu malestar y tus síntomas de ansiedad, buscamos la explicación o la problemática que está causando estos síntomas e intervenimos sobre ella. Dotamos al paciente de unas estrategias y herramientas para que aprenda a hacer frente a las distintas situaciones que le producen ansiedad, controlando los síntomas y pensamientos negativos asociados.
Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos: Rocío Moraleda