¿Hasta qué punto nos influye la presión social?

Tan sólo el 30% de nuestras acciones pueden ser explicadas por factores personales. Además de las características y cogniciones propias del individuo, una parte importante de nuestra conducta se debe a factores situacionales, y a la interacción de este contexto con dichas características y cogniciones. Esto hace a la Psicología Social una disciplina fundamental para explicar el comportamiento de las personas en sociedad.

La conformidad al grupo es una de las consecuencias de que el ser humano sea un animal social. Imitamos el comportamiento de nuestro grupo porque esto nos proporciona seguridad o porque tememos las represalias que supondría el incumplimiento de una norma.

 

Normas implícitas en el comportamiento en sociedad

En todo momento, nuestro comportamiento y sus efectos son influidos por la vida en sociedad. No solamente hemos de obedecer las leyes explícitas que se nos imponen desde nuestros gobiernos, centros de trabajo, escuelas o cualquier otra institución. Además de a las normas explícitas, nuestras acciones están sujetas a normas implícitas. Éstas no necesitan estar escritas en ninguna parte, pero resultan igualmente determinantes sobre nuestros actos. Un ejemplo de norma implícita sería aquella que indica que debemos respetar el turno de las personas que están por delante de nosotros en una cola. Realmente no hay una legislación explícita que regule que uno no puede llegar y ser atendido primero si hay personas esperando. No obstante, si alguien se salta el orden de una cola, probablemente sea reprendido por las personas a su alrededor, lo que no resulta agradable.

Por tanto, una de las razones por las que se mantienen estas normas implícitas es el miedo a las represalias por parte del grupo. Si uno no cumple con una norma implícita, el grupo le suministrará un castigo, que puede tomar diversas formas. Igualmente, estas normas aportan información sobre cómo hemos de comportarnos en una determinada situación. Así, el comportamiento de los demás resulta informativo y nos es útil copiarlo.

– Si quieres saber más sobre la fobia social, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí

 

Experimentos de conformidad al grupo

 

El paradigma de conformidad de Asch

Uno de los experimentos que muestra la predisposición a crear y mantener estas normas explícitas fue el “experimento de las líneas”. El paradigma fue ideado por el psicólogo Solomon Asch, y consistía en estimar la longitud relativa de dos líneas verticales. En realidad se trataba de una tarea muy sencilla, que los participantes podían superar sin dificultad en la fase individual. Sin embargo, cuando se incluía a la persona en un grupo, las cosas cambian.

En esta segunda fase grupal, se incorpora al participante real entre cómplices del experimentador. Todos los cómplices dan una respuesta incorrecta y unánime, de manera que cuando llega el turno del participante, éste da la misma respuesta incorrecta que su grupo. Aunque el participante es perfectamente capaz de darse cuenta de que la respuesta es incorrecta, se adapta a lo que dicen los demás. Teme el castigo incluso en una situación en la que no habría represalias reales.

Con este experimento nos podemos dar cuenta del gran poder que tiene el grupo sobre el individuo. Las acciones de la mayoría se convierten en una norma, que bien puede ser arbitraria, y que rige el comportamiento de la persona.

 

El experimento del ascensor

Otro de los numerosos experimentos de Solomon Asch sobre la conformidad al grupo es el “experimento del ascensor”. Este experimento consiste en ver cómo se comporta un participante al subir a un ascensor con varios compinches del experimentador. Los ayudantes reciben la orden de orientarse hacia un lado del ascensor, de manera aleatoria y todos al mismo tiempo, y el participante, aunque al principio se muestre desconcertado, les sigue a los pocos segundos. Imita a sus compañeros de ascensor incluso cuando estos van girando de lado varias veces en un mismo ensayo. Aquí podemos ver claramente la influencia del comportamiento grupal cuando éste da información acerca de cómo comportarse.

 

 

El efecto autocinético

Un tercer experimento que prueba la tendencia humana de conformidad con el grupo es el del efecto autocinético. Si mirásemos a un punto de luz fijo en una habitación a oscuras, tendríamos la sensación de que se desplaza, aunque éste realmente no lo haga. A esta ilusión óptica se le denomina efecto autocinético, y sobre ella se construye este experimento.

El diseño experimental de esta tarea fue responsabilidad de Muzafer Sherif, que combinó una tarea perceptiva ambigua basada en dicha ilusión óptica, con la influencia de los otros. Primeramente se pedía al participante, de manera individual, estimar cuánto se desplazaba el punto de luz en cada ensayo, y estos establecían una “norma propia”. En una segunda fase, los participantes debían realizar la tarea junto a otros participantes. Las respuestas de los distintos sujetos convergían entonces en una estimación similar, y se establecía una “norma de grupo”, que todos seguían. En una tercera fase, individual, los participantes mantenían la anterior norma grupal.

Los experimentos sociales con el efecto autocinético nos permiten observar cómo ante una situación incierta, y en este caso ante una respuesta que nunca puede ser correcta (se trata de una ilusión óptica), los individuos emulan las respuestas de sus compañeros porque les permiten reducir su incertidumbre.

Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano