La obesidad infantil está aumentando cada día más en la mayoría de países desarrollados, siendo ésta una cuestión alarmante por las implicaciones que conlleva en la salud de los más pequeños. La OMS, la Organización Mundial de la Salud, ha señalado la obesidad infantil como uno de los problemas de salud infantil más graves en la actualidad. El alcance de este problema puede ser grave, ya sea de forma inmediata para el niño, o posteriormente en la edad adulta.
¿Qué es la obesidad infantil?
La obesidad infantil es una enfermedad que se caracteriza por una acumulación excesiva de grasa corporal, de manera especialmente importante en el tejido adiposo. Además, visualmente se caracteriza por el aumento del peso corporal. Como criterio para determinar cuando un niño está sufriendo de obesidad infantil, se establece que es necesario alcanzar un porcentaje de un 20 por ciento o superior del peso ideal según la edad, la talla, y sexo del niño o niña.
¿Qué consecuencias acarrea para la salud?
Riesgos para la salud física
Hay varios riesgos ligados a la obesidad, uno de ellos es la aparición de hipertensión arterial y la elevación de los niveles de triglicéridos en sangre, dos problemas que pueden derivar en enfermedad cardiovascular. Del mismo modo, existe peligro de sufrir diabetes tipo II no insulinodependiente, que es la forma de diabetes propia de la edad adulta y que hasta hace poco tiempo era poco frecuente encontrarla en la infancia.
Niños con obesidad infantil pueden presentar complicaciones en las articulaciones, principalmente en las rodillas, ya que son las encargadas de sostener un peso que no es el correspondiente a su edad. A su vez, pueden surgir problemas en la piel, porque se producen roces y estrías que en situaciones de peso normal no aparecerían y tienen más riesgo de desarrollar diabetes.
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Riesgos para la salud psicológica
La obesidad infantil además lleva asociadas múltiples repercusiones psicológicas, ya que en estos niños aumenta la posibilidad de ser el centro de las burlas de los compañeros. Además, estos niños suelen tener más dificultades con su cuerpo a la hora de ejercitarlo mediante los juegos deportivos; y todo ello les deriva al aislamiento social, baja autoestima y ansiedad.
El modelo sociocultural actual no ayuda mucho a este problema. Hoy en día tenemos idealizada una imagen de belleza coligada a la delgadez que promueve conductas de rechazo entre iguales e impulsa los bajos auto-conceptos. Frente a estas situaciones, los niños encuentran consuelo y alivio en comer más, y entran así en un círculo vicioso del cual ven difícil salir de la obesidad infantil.
¿Qué podemos hacer para combatirlo?
La prevención en la obesidad infantil tiene mucho que ver con la adquisición de hábitos alimentarios saludables y el fomento de actividades físicas y deportivas. En este sentido la intervención debe ser temprana y oportuna, y debe englobar un equipo interdisciplinario de profesionales, entre los que destacan psicólogos, educadores, nutricionistas y médicos; pero sobre todo, y con mayor importancia, los padres y familiares. Sin su ayuda, el tratamiento puede complicarse y es necesario contar con ellos para que los niños apliquen lo aprendido en terapia en casa.
Dentro del tratamiento psicológico de lo que se denominan problemas de la conducta alimentaria, se tiene como objetivo principal recuperar un índice de grasa corporal adecuado. En el caso de la obesidad infantil en el cual este índice es más elevado, se buscará bajarlo a unas medidas saludables. Otro de los objetivos más importantes es, como hemos comentado, instaurar unos hábitos saludables y enseñar a la persona a comer de una forma sana y equilibrada. Junto con este objetivo, también se debe apostar por incluir en sus actividades habituales, actividades deportivas que les ayuden a llevar una vida más sana. Además, se dotará de herramientas para gestionar las emociones y la frustración, puesto que es habitual que existan periodos de ansiedad o tristeza tanto por el problema como durante el tratamiento.
Eduquemos o reeduquemos, ellos son nuestro motor presente y futuro.
Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos