La ira
La ira es una emoción muy común, que la mayoría de nosotros hemos experimentado en alguna situación. Es considerada como “respuesta de ataque o huida” del ser humano, que se desencadena por la percepción de que estamos siendo amenazados o frustrados a la hora de conseguir un objetivo.
La ira, a veces se comporta de manera “sana” ya que en ocasiones nos ayuda a detectar y resolver problemas para lograr nuestras metas.
Sin embargo, la ira en ocasiones puede convertirse en un problema cuando la experimentamos de forma excesiva o no tenemos control de ella. Esto da lugar, a que no seamos capaces de captar otros sentimientos, deseos o posibilidades en respuestas externas.
Hay personas, que son más predisponentes a reaccionar de esta manera, considerando que determinados pensamientos dan lugar al enfado, a pesar de que no alterarían a otra persona ni lo más mínimo. Por lo general, estos pensamientos nos llevan a:
- Distorsionar la visión del problema que ocurre, percibiéndolo de manera mucho más indignante.
- Anticipación de sucesos que irritan sin haber ocurrido aún.
- Prestar más atención a situaciones que provocan ira que a las que no.
- Mantener en la memoria constantemente los sucesos desagradables, recodándoles una y otra vez.
- Emitir conductas hostiles, que van a predisponer a los demás hacia el mismo comportamiento con nosotros.
Cuando nos irritamos de manera frecuente con alguien próximo, lo que sucede al enfadarnos, es que se activa el recuerdo de situaciones anteriores y comportamientos molestos en el pasado, apareciendo la ira.
Entre las creencias que generan la aparición de ira, destacan las “exigencias” de los demás. Ante eso, debemos saber que los demás nunca serán como nosotros queremos, por lo que la mayoría de las veces es irracional irritarse por algo que no depende de nosotros y que nunca podremos cambiar.
Artículo escrito por Psicologo Ventas Cipsia Psicólogos: Silvia Delgado
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