La felicidad es un estado emocional de bienestar y plenitud. Se trata de una emoción global en la que se pueden incluir otras emociones positivas como estar alegre, estar contento, animado, etc.
La sensación de felicidad es un estado bastante continuo, que se suele sentir de forma subjetiva cuando se consiguen las metas establecidas por uno mismo y cuando se actúa en función de unos valores propios. El hecho de actuar de forma consecuente con nuestros valores y nuestras creencias está muy asociado a la sensación de felicidad.
La autoestima, es el conjunto de percepciones, pensamientos, evaluación, sentimientos y tendencias que tenemos respecto a nosotros mismos. Es la parte afectiva del auto-concepto, lo que sentimos respecto a la imagen que tenemos de nosotros mismos. La autoestima está muy relacionada con la felicidad. Si actuamos para conseguir las cosas que queremos y además nos reconocemos lo bien que lo hemos hecho, estaremos obteniendo una fuente de valoración y gratificación social proveniente de nosotros mismos, que es muy importante.
La felicidad está muy relacionada con una dimensión de la personalidad: la extraversión. Las personas extravertidas suelen tener un mayor grado de interacciones sociales, que a su vez muchas de ellas resultan ser positivas porque disponen de más habilidades sociales, y por consiguiente son capaces de conseguir una mayor proporción de refuerzos sociales que las personas introvertidas. Esto hace que aparte de sentirse más eficaces actuando (aumenta la autoestima), tengan más recompensas placenteras de su entorno social.
Durante mucho tiempo, la psicología y en consecuencia, los psicoterapeutas han dedicado todas sus energías a intentar que las personas sean un poco menos desgraciadas, a intentar extinguir el malestar que sienten. Actualmente ha cambiado la perspectiva de muchos psicólogos, orientándose hacia la busca la felicidad y el bienestar de la persona. La psicoterapia tiene como objetivo último que sus pacientes desarrollen todas sus fortalezas, que adquieran habilidades que no tenían o tenían aplacadas debido a su historia de aprendizaje y que, de este modo, puedan estar más contentos con sus logros y sentirse más felices.
Este nuevo enfoque de la psicología nace gracias a Seligman, creador de la psicología positiva. La psicología positiva es un nuevo movimiento que se centra en el estudio de las cualidades del ser humano y en cómo mejorarlas. Se presta atención a tres factores: las experiencias positivas, las fortalezas psicológicas y las organizaciones positivas que tiene e individuo como la familia, el colegio, etc.
En el año 2005 Lyubomirsky, Sheldom y Schkade hicieron una investigación sobre los factores que pueden explicar la felicidad de las personas, y descubrieron que:
- Un 50% de la varianza es explicada por factores genéticos (lo que se llama temperamento)
- Un 10% de la felicidad vendría explicada por las variables sociodemográficas distintas circunstancias vitales del individuo
- Un 40% vendría explicado por la actividad intencional de las personas, refiriéndose a factores modificables como las actitudes y los hábitos cuotidianos.
De este modo, se hace patente que las conductas (hábitos) y cogniciones (creencias y motivaciones) de la persona contribuyen de forma significativa a su felicidad. Así pues, los psicólogos tenemos mucho campo por recorrer en la evaluación e intervención de las conductas y los hábitos de las personas, ya que con el cambio de estos y junto al cambio de creencias, cogniciones y formas de percibir el mundo, se pueden conseguir grandes aumentos de su felicidad.
Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos: Anna Cadafalch