Se calcula que, a lo largo de nuestra vida, conocemos a unas 1700 personas. Este dato se dispara además, con la aparición de las redes sociales, que nos abren la puerta a conocer a miles de personas a las cuales sería imposible conocer cara a cara. De ese extenso grupo, sólo somos capaces de relacionarnos con un número reducido de individuos cada vez. Y, por supuesto, el número de personas con las que tratamos regularmente y establecemos relaciones sólidas es mucho menor. Pues bien, ¿qué es lo que hace que nos sintamos atraídos por unas personas por encima de otras? ¿Qué determina que alguien nos guste, en definitiva?
La Psicología Social o psicología de los grupos lleva intentando dar respuesta a esta cuestión desde mediados del pasado siglo. Parece que son cuatro los principales factores por los que nos agrada una persona en concreto: atractivo físico, semejanza, familiaridad y alabanzas. Cabe destacar que estos factores operan a un nivel subjetivo, por lo que, por ejemplo, la similaridad de una persona X con Y se valorará en función de cómo vea X a Y, lo que no necesariamente se corresponderá con la realidad objetiva (parecido real entre X e Y)
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Los 4 factores de la atracción interpersonal
Atractivo físico
Aunque el canon de belleza varía según la sociedad e incluso de una persona a otra, podríamos afirmar que el atractivo suele hacer que la gente preste más atención a determinados individuos frente a otros. Son varias las propuestas que intentan explicar este fenómeno, entre las que se encuentra el efecto de los medios de comunicación, posibles aspectos evolutivos o los estereotipos de género, entre otras.
Numerosos estudios demuestran el poder de una cara bonita como facilitador de las relaciones sociales. El efecto halo sería una de las explicaciones a este fenómeno. Este sesgo de procesamiento consistiría en la atribución de una serie de características positivas (p.e. inteligencia, sociabilidad, amabilidad) a los ya visibles rasgos atractivos. De esta manera, el valorar positivamente a la persona en todos los aspectos, nos predispone a interactuar con ella de un modo más amigable. Esto a su vez tiene un efecto en la persona atractiva, que nos responderá más positivamente.
Semejanza con uno mismo
Muchas novelas y series de ficción podrían hacernos creer cosas como que los polos opuestos se atraen. Pues bien, varios estudios de Psicología Social indican justo lo contrario. No sólo preferimos a las personas que se parecen físicamente a nosotros, sino especialmente a las que tienen gustos, opiniones y formas de ser semejantes a la nuestra.
Como adelantábamos al principio del artículo, lo que realmente importa al evaluar a una persona no es el parecido objetivo con ella, sino lo similar que veamos a dicha persona desde nuestra perspectiva. Normalmente creemos que las personas que ya conocemos y con las que ya tenemos una relación se parecen más a nosotros de lo que realmente lo hacen. Por el contrario, al establecer una relación con alguien desconocido, la semejanza real es lo que determina la atracción.
Familiaridad
En general, aquellas cosas con las que estamos familiarizados nos gustan más. En el ámbito de las relaciones interpersonales, el hecho de ver frecuentemente a una persona tiene una serie de ventajas. Por ejemplo, será más fácil observar a la persona en varios momentos, lo que nos da una idea más aproximada de cómo es la persona. Además, el ver a alguien con asiduidad hace que sea más fácil que se pueda dar un intercambio de favores. De esta manera, nos sentimos más seguros frente a alguien que solemos ver que frente a un completo desconocido, lo que aumenta las posibilidades de entablar una relación con la persona.
Alabanzas
Los cumplidos, las opiniones compartidas y los actos de amabilidad suelen ser eficaces a la hora de producir una buena impresión en la otra persona. Esto no es de extrañar, ya que es algo que muy posiblemente hayamos experimentado en nuestra vida cotidiana.
Eso sí, las alabanzas funcionan siempre que no difieran demasiado con la concepción de uno mismo. Especialmente en el caso de las personas con baja autoestima, un elogio excesivo resulta inverosímil y hace que salten las alarmas. El receptor piensa que la otra persona le intenta manipular o conseguir algo de él, y esto provoca el efecto contrario al esperado.
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Las críticas constructivas también suelen producir agradabilidad en el receptor, porque aportan sensación de sinceridad por parte de la otra persona. De nuevo, este efecto dependerá mucho de la situación y del estado de la persona que recibe la crítica.
– Si quieres saber más sobre cómo responder a las críticas de manera asertiva, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí
Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano