En esta época del año suele preocuparnos especialmente nuestro cuerpo y nuestro peso y es que con el calor llegan también las bermudas, los bañadores y situaciones en general en las que nuestro cuerpo se expone a la mirada de los demás.
En los medios, sobretodo revistas femeninas, nos recuerdan esta llegada con antelación y dan ideas de dietas y fórmulas acerca de cómo perder peso rápidamente o cómo tener un cuerpo 10 en la playa. Mucha veces bajo la premisa de “ocultar esos kilitos de más que hemos cogido durante el año y deshacernos de complejos”.
¿Por qué no son buenas este tipo de dietas?
Este tipo de dietas “rápidas” no tienen buen pronóstico para nosotros. Algunas directamente no son viables de mantener en el tiempo (muy exigentes, poco sabrosas,…) y ello hace que las abandonemos con el consiguiente sentimiento de fracaso y sin apenas haber perdido peso, generando consecuencias negativas para nuestro bienestar emocional. Otras dietas están pensadas para que sean más asequibles o mantenerlas en el tiempo, pero muchas de ellas carecen de nutrientes importantes para nuestro cuerpo y a largo plazo pueden acabar generándonos algún tipo de problema en nuestra salud.
Además, la mayoría de estas dietas rápidas o relámpago provocan el famoso efecto “rebote”. Este efecto consiste en que, una vez abandonada la dieta, se vuelve a recuperar el peso perdido o incluso se aumenta por la vuelta a la ingesta de alimentos prohibidos (por ejemplo, los dulces o alimentos con mucha cantidad de grasa procesada) e incluso alimentos necesarios y saludables que necesitamos, pero que no nos han permitido ingerir. Cuando nos prohibimos ciertos alimentos lo que hacemos sin querer es dotar a estos estímulos de más potencia, es decir, que estos alimentos cobren un valor mayor para nosotros. Esto se traduce en que es más difícil para nosotros no darnos algún “atracón” a estas cosas, evitar sentirnos mal si un día las comemos, o simplemente pensar en comerlas con frecuencia y no disfrutar de otros alimentos. Esto es difícil de manejar, ya que puede condenarnos a estar haciendo dieta de manera constante.
¿Qué tipo de dieta puedo realizar?
¿Qué alternativa tenemos a este tipo de dietas que son perjudiciales para nuestra salud e incluso pueden tener el efecto contrario al deseado? La antidieta del verano. La mejor dieta es una dieta completa, variada, inspirada en la Dieta Mediterránea y su pirámide nutricional.
Contra todo lo que pueda parecer, es clave no prohibirse alimentos y poder comer de todo en sus cantidades adecuadas. Es muy importante que esta manera de comer, con el tiempo, se convierta en nuestro hábito de alimentación y no en un periodo concreto del año en el que nos alimentamos de esta manera. Así podremos asegurar que durante el año nuestro cuerpo está bien nutrido y nuestro peso será equilibrado. Además, no pasaremos hambre y eso es importante para nuestro bienestar y para el mantenimiento de esta nueva forma de comer. Si nos encontramos lejanos a este estilo de alimentación puede llevarnos algo de tiempo cambiar nuestros hábitos. El consejo es que se haga despacio y se vaya introduciendo la variedad poco a poco.
Por otro lado, es importante hacer ejercicio pero no hace falta “machacarse” en el gimnasio. Los médicos recomiendan caminar 30 minutos diarios. Con este ejercicio base y una dieta equilibrada como la que hablábamos perderemos peso poco a poco pero de manera estable y saludable.
Algo esencial, que muy pocas revistas cuentan o que difícilmente podrás ver reflejado en las dietas es el placer. Necesitamos sentir placer en nuestra vida y, por supuesto, también comiendo. La manera más adecuada de conseguirlo es introduciendo todo tipo de alimentos en nuestras comidas y variando y explorando nuevas recetas y maneras de prepararlos, haciendo de ese un momento agradable.
Ya sabes, este verano… mucho placer.
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Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos: Sara Villoria.
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