Efecto Pigmalión, la increíble influencia de las expectativas sobre el comportamiento

El efecto Pigmalión fue propuesto por el profesor de psicología Robert Rosenthal, a partir de un experimento publicado en 1965. En dicho experimento se pudo comprobar cómo las expectativas de una persona influyen en el desempeño de otra. Las expectativas positivas darían lugar a un mejor desempeño por parte del otro, mientras que las expectativas negativas se traducirían en un peor rendimiento.

 

El mito griego de Pigmalión

En la Metamorfosis de Ovidio se narra la historia del rey escultor Pigmalión, que da nombre a este efecto psicológico. Según este relato, el rey Pigmalión comenzó a esculpir en mármol la estatua de una mujer, inspirándose en la hermosa Galatea. Tan perfecta era la estatua que el rey se enamoró perdidamente de ella. Imploró a los Dioses que hicieran a Galatea humana, y estos cumplieron su deseo. Así, el fuerte anhelo del rey Pigmalión hacia la bella Galatea hizo que ésta acabase siendo humana.

De esta manera, el efecto Pigmalión da cuenta de cómo las expectativas modifican la propia conducta, de manera que la respuesta de la otra persona confirma nuestras ideas iniciales. Tanto para bien como para mal, nuestras expectativas modifican el modo en el que nos comportamos, de manera que nuestro receptor reacciona de acorde a cómo le tratemos. Veamos un ejemplo: si conocemos a Juan y pensamos que parece una persona simpática, probablemente nos acerquemos a él para hablar, e interactuemos con él de un modo más amigable que si no tuviésemos la idea previa de que es simpático. Esto hará que Juan nos responda de un modo más positivo, lo que reforzará nuestra expectativa inicial.

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El efecto Pigmalión en educación

El profesor Rosenthal y Lenore Jacobson, directora de una escuela en San Francisco, llevaron a cabo un estudio que les llevó hacia unos resultados sorprendentes. En dicho estudio, se les entregó a los profesores al inicio del curso un informe sobre los resultados de los alumnos en una prueba de inteligencia. Se les indicó además, qué alumnos habían obtenido unas puntuaciones más altas, y que era previsible que estos obtuviesen mejores resultados académicos a lo largo del año escolar. Estos alumnos destacados fueron los que, efectivamente, obtuvieron mejores calificaciones.

 

Ahora bien, el truco estuvo en que realmente los alumnos no realizaron ninguna prueba de inteligencia. Los “alumnos sobresalientes” fueron elegidos al azar de entre todos los niños. Consecuentemente, los mejores resultados de estos niños fueron debidos a las altas expectativas que sus profesores tenían sobre ellos. En el estudio de la conducta de los profesores hacia sus alumnos se observó como los primeros modificaban su comportamiento ante los alumnos señalados como aventajados. Los profesores creaban un clima más cálido alrededor de estos niños, les daban más oportunidades de respuesta, les enseñaban más materia, etc. Todo esto generaba una respuesta en los pupilos, que se comportaban de acorde a la expectativa de sus profesores

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La cara oscura del efecto Pigmalión

Es importante destacar que el efecto Pigmalión se transmite gracias a los gestos y los comportamientos que emitimos en base a las propias expectativas. Esto supone que sólo con tener altas expectativas no es suficiente, es necesario que nuestro comportamiento acompañe.

Un ejemplo claro en el que este efecto puede actuar de manera negativa es el caso de los padres que se forman sobreexpectativas sobre sus hijos. Estas expectativas normalmente están muy por encima de las capacidades reales del niño, de manera que, al ser frustradas, pueden generar el reproche de los progenitores. De este modo, a pesar de esconder expectativas positivas, las recriminaciones hacia el niño minan su autoestima y empeoran su desempeño.

De ahí la importancia de vigilar la actitud que se le transmite al niño. Se necesitaría un ejercicio de autorreflexión por parte de los padres, para que sus expectativas se ajusten a las posibilidades reales. Lo ideal sería tener en cuentas las capacidades del niño y ayudarle a desarrollarse todo lo posible dentro de ello.

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Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano