Aunque no le demos la suficiente importancia, el ruido tiene un gran efecto sobre la salud de las personas. La contaminación acústica afecta a nuestro estado de ánimo actuando como un potente estresor. Altera nuestros procesos de sueño provocando trastornos del sueño como el insomnio otras alteraciones psicofisiológicas.
El ruido puede llegar a ser doloroso para algunas personas si se sobrepasan los 125dB, habiéndose definido un umbral del dolor en 140dB. Según la OMS, un 40% de la población europea está expuesta al ruido constante del tráfico, llegando esta presión sonora a 55dB, estando expuesta un 20% de la población a una presión de más de 65dB.
Por lo tanto, podemos afirmar que la mitad de los europeos vive en zonas de gran contaminación sonora. Adicionalmente, un 30% de personas están expuestas durante la noche a niveles por encima de 55dB.
Se han hecho numerosos estudios para descubrir el efecto del ruido sobre nuestro sistema fisiológico. Sabemos que los niveles altos de presión sonora provocan una alteración de la segregación de hormonas por parte de nuestras glándulas hipofisarias. Además la contaminación sonora estimula la segregación de adrenalina provocando una gran activación y alerta en nuestro organismo, lo que a su vez aumenta el metabolismo, activa el sistema simpático y aumenta nuestros niveles de ansiedad o estrés percibidos.
Con los altos niveles de ansiedad basal, es de esperar que nuestro estado de ánimo también se altere. Son efectos claros del ruido, la irritabilidad, la impaciencia, dificultades de concentración o atención, y tener cierto nerviosismo. La exposición a altos niveles de presión sonora también puede desencadenar alteraciones emocionales como incontinencia afectiva, labilidad emocional, etc. Además fomenta la ira y la agresividad en las personas.
Ya en 1972, Glass y Singer hicieron un experimento para comprobar que el estrés generado por el ruido provocaba agresividad. Estos autores matizaron que dependía más de que el ruido fuera controlable y predecible que de su intensidad. Es decir, que independientemente de la intensidad si percibimos un ruido constante e incontrolable, este fomentará nuestra conducta agresiva. Las personas se pueden adaptar al ruido y actuar con eficacia a pesar de él. Pero el ruido continuado tiene un efecto acumulativo que implica una menor tolerancia a la frustración, y esto puede desencadenar en una conducta agresiva (perdemos los papeles con mayor facilidad). Por lo tanto, el ruido tiene un efecto indirecto sobre la agresividad.
El ruido también afecta a nuestro sistema cardiovascular provocando alteraciones del ritmo cardiaco, hipertensión arterial y excitabilidad vascular.También extiende sus a efectos a nuestro aparato digestivo, causando alteraciones debidas al déficit de descanso y al estado de ansiedad.
Según un estudio de campo que se hizo sobre los efectos del ruido en la ciudad de Bilbao en el año 2001, el ambiente acústico es uno de los aspectos menos satisfactorios de un entorno residencial. Se observó que la fuente de ruido que más afectaba a la población era el tránsito de vehículos, sobre todo en las grandes ciudades. Los resultados obtenidos afirmaban que la contaminación acústica ejerce sus efectos más perniciosos sobre las actividades que precisan altos grados de atención y concentración, y también sobre los procesos del sueño. Por último se vio que la percepción del impacto del ruido se acentuaba por la noche.
El equipo de CIPSIA psicólogos te recomienda:
- Un entrenamiento en relajación y autocontrol emocional para reducir los efectos que los estresores tiene sobre nosotros.
- Realizar actividades deportivas en zonas verdes o libres de sonidos.
- Hacer escapadas los fines de semana a zonas menos contaminadas acústicamente, o hacer excursiones a zonas naturales.
- No poner el televisión o música a volúmenes altos cuando estas en casa. Aprender a disfrutar del silencio
- No usar la bocina del automóvil, salvo en situaciones de inminente peligro.
Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos: Anna Cadafalch
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