Cerebros “de ciencias” vs. cerebros “de letras”

Hace unas semanas hablábamos sobre las funciones que realiza de manera preferente cada hemisferio cerebral. En este artículo hablamos de un tema relacionado, la especialización del cerebro según el campo de estudio. Los estereotipos asociados a personas “de ciencias” y “de letras” forman ya parte del imaginario colectivo. Los primeros se caracterizan por ser sistemáticos, racionales e incluso rígidos en su pensamiento; los segundos suelen ser más emocionales, “metafísicos” y creativos.

– Si quieres saber más sobre la especialización de las funciones entre los dos hemisferios del cerebro, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí

 

Estudio de la especialización cerebral según la disciplina académica

En un innovador estudio de 2014, el japonés Hikary Takeuchi y su equipo pudieron observar diferencias funcionales en el cerebro de universitarios que estudiaban carreras típicamente científicas, o carreras clasificadas como humanísticas. Esta investigación fue pionera en cuanto a la búsqueda de diferencias cerebrales funcionales relacionadas con el ámbito de estudio.

Mediante técnicas de neuroimagen, junto con pruebas aptitudinales, se midieron distintas capacidades cognitivas en los estudiantes de ambas ramas de conocimiento. Se encontró que los estudiantes de ciencias poseían una mayor cantidad de materia gris en la corteza prefrontal medial, relacionada con el control emocional y conductual. Por su parte, los estudiantes de letras mostraron una mayor densidad de materia blanca en la corteza que rodea el hipocampo, tradicionalmente asociada con la memoria y las emociones.

 

Cerebros “de ciencias” y cerebros “de letras”

Aparte de las asimetrías físicas entre los cerebros de ambos grupos, también se encontraron diferencias en aspectos cognitivos y emocionales. Para clasificar a los estudiantes, el estudio de Takeuchi tomó el modelo de Sistematización de la empatía de Baron-Cohen, investigador con amplia experiencia en los campos del autismo y la Teoría de la Mente. Siguiendo este modelo, la atracción por sistemas impersonales (como las representaciones visoespaciales, el lenguaje matemático o los sistemas físicos) coincidiría con una tendencia hacia el estudio de “ciencias puras”. Por otro lado, el “tipo empático” del modelo coincidiría con una atracción por las letras y las humanidades.

– Si quieres saber más sobre la Teoría de la Mente, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí

 

Los cerebros de ciencias se asemejan en mayor medida a un cerebro autista

La activación cerebral y la conectividad entre las distintas regiones del cerebro de los estudiantes de ciencias se parece más al patrón de una persona con Trastorno del Espectro Autista (TEA). “Los de ciencias” prefieren la sistematización y la racionalidad, y son menos emotivos que sus compañeros de letras. Además, entre los estudiantes de ciencias se encontró un mayor índice de problemas en el desarrollo del lenguaje y la empatía, y una Teoría de la Mente menos compleja. Esto haría que les sea más difícil ponerse en el lugar del otro y comprender los deseos y emociones ajenas.

– Si quieres saber más sobre el autismo, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí

 

Los cerebros de humanidades se enfocan más hacia la empatía

 

Si “los de ciencias” eran sistemáticos, racionales y poco emotivos, “los de letras” tendrían una mayor capacidad de empatizar con los demás. Son más capaces de identificarse con la otra persona, de ser comprensivos con su situación, y de ser más solidarios. En ese sentido, muestran la tendencia contraria al grupo anterior. Poseen una Teoría de la Mente más sofisticada, y por ello son más capaces de entenderse con los demás. Quizá esto explique su interés por las formas de pensamiento humanas y los acontecimientos sociales y políticos a lo largo de la historia de la humanidad. No obstante, en este estudio los universitarios de humanidades mostraron mayor dificultad en algunas tareas como el reconocimiento visoespacial.

 

La clave podría ser la testosterona

Los resultados del estudio señalaron a la testosterona como factor relevante del desarrollo hipocampal. Niveles más altos de testosterona prenatal parecen ejercer una función de “fijación” de las estructuras cerebrales. Esto podría dar una explicación a la menor flexibilidad cognitiva y la preferencia por la sistematización de los de ciencias. Por el contrario, niveles menores de testosterona prenatal darían lugar a una mayor plasticidad en el crecimiento de estructuras, lo que permitiría al individuo separarse de esta mayor rigidez cognitiva. Los estudiantes de ciencias contaron también con un mayor índice de problemas en la aparición del lenguaje, muy relacionado con esta flexibilidad y plasticidad en el desarrollo.

Un dato curioso relativo a esto último es que los Trastornos del Espectro Autista presentan una mayor incidencia en niños que en niñas. De nuevo, la testosterona fetal parece jugar un papel importante en la plasticidad de estructuras.

Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano