El psicoterapeuta Albert Ellis desarrolló a partir de 1955 un método terapéutico centrado en modificar las creencias irracionales. Estas creencias o ideas irracionales constituyen un modo de pensamiento en el que la persona se aferra a ideas desadaptativas que generan un gran malestar. Todos en algún momento hemos experimentado algunas de estas creencias irracionales, que acaban por hacer más mal que bien.
¿Qué son las ideas irracionales?
Según Ellis, las emociones no estarían directamente desencadenadas por los acontecimientos que vivimos, sino más bien por la interpretación que hacemos de los mismos. En estas interpretaciones de la realidad influyen nuestras creencias y esquemas sobre el mundo y las personas, de manera que éstas actuarían como un “filtro” por el que pasa la información. Cuando estas creencias no se ajustan a la realidad, resultan desadaptativas, y producen un gran número de emociones negativas y demás perjuicios sobre la salud mental.
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Tomemos por ejemplo la necesidad humana de afecto por parte de otras personas. Esta necesidad podría resumirse en la frase “Me gusta que me quieran”. A partir de aquí, puede surgir una idea incompatible con la realidad: “Necesito que TODO el mundo me quiera y me aprecie”. Seguramente, ante esta idea tan rígida sobre cómo deben ser las cosas, acabará por darse algún acontecimiento desfavorable, por ejemplo, el descubrir que a alguien le caemos mal. En ese momento, la interpretación de la realidad a través de la idea irracional generará distorsiones cognitivas y pensamientos del tipo: “Nadie me quiere”, “No merezco que nadie me quiera”, etc., que generarán una serie de emociones negativas y un gran malestar.
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Las creencias irracionales se caracterizan por partir de supuestos muy rígidos, que difícilmente se mantendrán en la realidad. Parten por ejemplo de ideas equivocadas (“Tengo que gustarle a los demás”), de una elusión de responsabilidad (“Prefiero no enfrentarme a este problema porque así me es más fácil o más cómodo”), o de un perfeccionismo excesivo (“Tengo que hacer esto perfecto o seré un fracasado”). Cabe resaltar que estos pensamientos suelen contener expresiones como “debería”, “tengo que”, “siempre”, “nunca”. Estos enunciados marcan un camino muy concreto por el que las situaciones deberían discurrir, y, al ser estas fácilmente incumplibles, darán lugar a frustración, tristeza, angustia…
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Ideas irracionales
Aunque hay muchas más, aquí nombramos algunas de las ideas irracionales más comunes.
Necesidad y dependencia del cariño y aprobación de los demás.
Como podemos imaginar, resulta imposible gustarle a todo el mundo. Cada persona puede tener su opinión y sus preferencias a la hora de relacionarse, y no por ello tenemos que sentirnos mal con nosotros mismos. Además, aquellas personas que nos aprecian no podrán estar siempre a nuestra disposición, y eso es algo que deberíamos comprender.
La necesidad de agradar a los demás nos puede llevar a desarrollar una serie de creencias desadaptativas. Una de las más comunes es la de que sólo se puede ser feliz a través de los demás. La soledad se convierte en una desgracia, y uno se siente desdichado cada vez que se anula un plan con un amigo o cuando se está soltero. Aquí hay que tener en cuenta que el crecimiento personal es, precisamente, individual. Aunque los demás puedan contribuir a nuestro bienestar, si nuestra autoestima se basa en su aprobación y su atención, será difícil que mejoremos y nos desarrollemos como personas.
La autoestima juega un papel fundamental en este tipo de creencias, y una baja autoestima predispone a que aparezcan ideas irracionales
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Autoexigencia excesiva
El ser demasiado perfeccionistas y no permitirse cometer ningún error puede llevarnos a culpabilizarnos en exceso. El error es una parte natural del aprendizaje y la acción humana, y debemos considerarlo como tal. Las personas muy perfeccionistas pueden experimentar problemas de autoestima y ansiedad, y pueden llegar a sentirse paralizadas ante la perspectiva del fracaso.
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En relación con el punto anterior, el no conseguir la aprobación de los demás puede llevar, en conjunto con un perfeccionismo excesivo, a creencias desadaptativas. La necesidad de hacerlo todo perfecto y de que todo el mundo acepte nuestro modo de proceder llevan a una gran frustración. Ante el desacuerdo o la crítica ajena, la persona siente que se equivoca o que no es válida, y esto contribuye a su malestar.
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Creencias externalistas: no ser responsables de lo que sucede en el mundo
El externalismo o atribución de causas a hechos externos consiste en no asumir nunca la responsabilidad de lo que sucede en nuestras vidas, ni para bien ni para mal. Una persona externalista busca causas ajenas a su acción para explicar distintas situaciones. Si hace un buen trabajo y le felicitan, dirá que fue un golpe de suerte y que nada tuvo que ver su capacidad. Si las cosas le van mal, no se sentirá capaz de buscar soluciones ya que pensará que su acción de nada servirá.
El buscar siempre causas fuera de la propia influencia da lugar a la aparición de ideas irracionales de distinto tipo. Una persona con estilo externalista pensará cosas como “Evadir los problemas es mejor que enfrentarlos” o “No vale la pena esforzarse en cambiar porque no tengo ningún control sobre mi estado de ánimo”.
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“Derecho” a ser felices
Cuando las cosas no van como quisiéramos o nos ocurre alguna desgracia, podemos llegar a pensar que no es justo para nosotros y que no nos lo merecemos. Desafortunadamente, el dolor y los desastres existen en nuestras vidas, y muchas veces no podemos hacer nada para evitarlo. No se trata de si es justo o no, sino de intentar superar lo que ha sucedido lo mejor que se pueda.
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Terapia Emotiva racional
El método que Ellis ideó para combatir las ideas irracionales consiste en modificar estas creencias desadaptativas y sustituirlas por otras más funcionales. La Terapia Emotiva Racional se engloba dentro de los métodos de la Terapia Cognitiva. Recordemos que para Ellis, la emoción no está causada por lo que ocurra a nuestro alrededor, sino por nuestra interpretación de los hechos. De esta manera, esta terapia se centra en detectar y modificar las creencias irracionales, que muchas veces utilizamos incluso sin darnos cuenta. Este es un proceso lento y gradual, y requiere de esfuerzo y ganas de mejorar para tener éxito.
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Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano