El coaching, si se aplica de manera ética y profesional, en algunos casos concretos puede ser una herramienta para el desarrollo personal y profesional. Sin embargo, últimamente estamos observando, prácticas de coaching, especialmente las realizadas por personas sin formación adecuada, que pueden ser perjudiciales, particularmente cuando fomentan cierto positivismo tóxico o se adentran en ámbitos y casos que requieren ser tratados por psicólog@s sanitarios o clínicos. Esto sucede porque algunas líneas de actuación del coaching simplifican demasiado la complejidad de los problemas psicológicos y promueven soluciones que no están al alcance de las personas que demandan ayuda, debido a que están intrincadas en trastornos psicológicos, o en aspectos de la historia del paciente con una connotación más clínica, más patológica, y que por tanto requiere un diagnóstico clínico y un tratamiento adaptado realizado por especialistas del ámbito de la psicología.
¿Por qué puede ser perjudicial el coaching mal aplicado?
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Minimización de las emociones negativas:
Algunos coaches tienden a enfocar su metodología en mensajes como “todo depende de tí” o “cambia tu mentalidad y conseguirás todo lo que te propongas”. Si bien el pensamiento positivo puede ser útil, estos enfoques tan simplistas ignoran emociones legítimas como la tristeza, la ansiedad o el miedo, que son parte esencial del proceso de afrontamiento y crecimiento.
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Falta de formación profesional:
A diferencia de los psicólogos, que tienen una formación metodológica rigurosa para abordar problemas emocionales o mentales, algunos coaches carecen de preparación para tratar situaciones complejas. Intentar resolver problemas emocionales profundos con frases motivacionales o consejos genéricos puede agravar el sufrimiento de una persona.
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Exceso de responsabilidad individual:
En ciertos casos, el coaching refuerza la idea de que el éxito o la felicidad dependen exclusivamente del esfuerzo personal. Esto puede llevar a culpar a la persona si no logra los resultados esperados, ignorando factores externos como traumas, desigualdades, limitaciones, o circunstancias concretas del pasado o presente.
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Fomento del positivismo tóxico:
Los coaches que promueven constantemente frases como “tú puedes con todo” o “no hay espacio para lo negativo” pueden invalidar el dolor o las contradicciones propias de las personas. Esto no solo refuerza el positivismo tóxico, sino que también dificulta que la persona acepte sus emociones y busque soluciones realistas.
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Promoción de soluciones rápidas y superficiales:
Algunos enfoques de coaching prometen cambios instantáneos y resultados espectaculares, lo cual no siempre es posible. Esto puede generar frustración y una sensación de fracaso en las personas que no logran transformar sus vidas de manera inmediata.
¿Puede ser el positivismo un exceso?
Cómo evitar caer en estas prácticas nocivas:
- Elegir coaches certificados y con formación para ámbitos de ayuda concreta que no interfieran en el trabajo de psicólogos y psiquiatras.
- Reconocer que el coaching no sustituye la terapia psicológica o psiquiátrica.
- Evitar metodologías que ignoren la importancia de las emociones negativas o minimicen problemas reales.
- Buscar enfoques que equilibren el optimismo con la aceptación de la realidad y la complejidad de las emociones humanas.
¿Cuáles son los objetivos de la terapia psicológica?
En CIPSIA psicólogos somos psicólogos sanitarios expertos en psicología cognitivo-conductual, en psicoterapia y Másteres en Psicología de la Salud.
Artículo escrito por: CIPSIA psicólogos, Francisco Ortiz.