La tricotilomanía es un trastorno que consiste en arrancar el propio vello corporal de manera repetitiva. El vello se arranca de distintas partes del cuerpo. Sin embargo, con mayor frecuencia se asocia al vello de la zona craneofacial, (cuero cabelludo, cejas, pestañas…).
Anteriormente se incluía a la tricotilomanía en el grupo de los trastornos del control de impulsos. En cambio, en la actualidad se entiende como un trastorno de tipo obsesivo-compulsivo. Este tipo de trastornos se caracteriza por la presencia de elevados niveles de ansiedad, y la realización de conductas compulsivas cuya función es el alivio de esta.
La tricotilomanía es un trastorno que puede afectar la autoestima y la capacidad de relación social de los niños. Cuando se producen calvas muy marcadas, no pasa desapercibido para el entorno social, lo que puede acarrear situaciones incómodas para el niño.
Conviene detectar y tratar cuanto antes este trastorno, puesto que los trastornos de tipo obsesivo-compulsivo tienden a cronificarse si no se interviene. Volviéndose más complicada la intervención cuanto más tiempo pase.
¿Cómo detectarlo?
Este trastorno tiene una prevalencia entre el 1 y 2% de la población adulta y adolescente. Siendo mucho más frecuentes en las mujeres. En el caso de los niños, se encuentra en proporción similar en ambos sexos.
Algunos indicios que pueden dar pistas del desarrollo de este trastorno son:
- Tocar repetitivamente ciertas zonas con vello corporal y tirar de él (este dato no es suficiente en sí mismo, si no hay arrancamiento).
- La conducta de arrancar pelo debe persistir durante varios meses. De manera puntual, puede darse arrancamiento de vello en los niños y ello no implicaría tricotilomanía.
- Aparición de calvas o pelos cortos o rotos.
- Aparición de otras conductas de tipo repetitivo.
¿Por qué surge y se mantiene esta conducta?
En la primera infancia pueden aparecer de manera puntual, y ello no es indicio de trastorno. Del mismo modo que surgen y desaparecen conductas como chuparse el dedo u otros tics, sucede con estos episodios. Cuando la frecuencia, intensidad y duración de esta conducta es elevada, es cuando hablamos de trastorno.
Emociones como aburrimiento o ansiedad pueden ser precedentes a este tipo de conductas. Este tipo de emociones surgen como respuesta a situaciones de deprivación estimular, o cambios o eventos estresantes, entre otros.

Si al arrancar el vello el niño obtiene un cambio en el estado emocional negativo previo, tenderá a repetirse. Las personas aquejadas de este tipo de trastorno, relatan que obtienen una sensación de alivio de la tensión o estimulación sutil que les resulta placentera. Cuando el niño encuentra “beneficioso” desarrollar esta conducta, en ausencia de otras estrategias igual o más efectivas, desarrollará un hábito.
Por ello, el mantenimiento de un contexto displacentero para el niño, que produzca emociones negativas duraderas o intensas, sin posibilidad de control de las mismas, puede favorecer la consolidación del trastorno.
Sin embargo, la conducta de arrancarse el pelo puede prolongarse pese a que desaparezcan las emociones negativas que facilitaron su aparición.
Si la conducta se repite en numerosas ocasiones, queda reforzada en presencia de otros estímulos que pasarán a tener control sobre la misma. Llegando a convertirse en un hábito.
¿Qué puedes hacer para ayudar a tu hijo a
eliminar este hábito?
¿Qué nos dice la presencia de este hábito?
La existencia de tricotilomanía nos puede dar mucha información acerca del estado emocional de nuestro hijo. Lo que puede resultar de utilidad para ayudarle a mejorar su bienestar.
En primer lugar, observa si se produce en el mismo tipo de situación o actividad. El tipo de situaciones en que se suele producir puede dar mucha información. Por ejemplo, hay niños que tienden a arrancarse el vello cuando están haciendo los deberes. Esto puede ser un síntoma de ansiedad ante la ejecución de sus tareas escolares. O si lo hace en situaciones de conflicto con sus padres, cuando prevén una regañina, etc. Puede reflejar un exceso de temor a la situación.
Otro tipo de situaciones tienen que ver con el aburrimiento. Si pasan muchas horas implicados en la misma actividad, y sin novedades.
En otras ocasiones, en cambio, lo hacen cuando están desocupados, se les ve tranquilos y relajados. Este sería el caso cuando lo hacen viendo la TV u otra actividad que no requieran que utilicen sus manos. Lo que sería significativo de que se ha consolidado y generalizado el hábito.
¿Cómo actuar?
Una vez has detectado la naturaleza del tic, actúa en consecuencia. Un primer acercamiento a la solución del problema pasa por cambiar las situaciones que lo desencadenan. Cuando la causa sea la ansiedad, ser menos exigentes con ellos, ayudarles a predecir su entorno y reducir su incertidumbre. Pero también enseñarles a relajarse y proveerles de tiempo de ocio y entretenimiento. Cuando la causa sea el aburrimiento o cansancio, ayuda el hecho de organizar una agenda más adecuada a sus necesidades, intercalando juego con sus responsabilidades.
– Si quieres conocer algunas técnicas de relajación, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí
Datos importantes a conocer
No les regañes o afees el comportamiento. El aumento de ansiedad solo tiende a incrementar este tipo de hábitos compulsivos. En su lugar proponle otras estrategias para mantener ocupadas sus manos e impedir que ejecute la conducta.
Dado que este tipo de hábitos están muy automatizados los niños no se llegan a dar cuenta de que los hacen. Por ello puede ser de utilidad avisarle de que está realizando la compulsión. De este modo podrá poner en marcha estrategias de autorregulación.
Vencer un trastorno obsesivo-compulsivo puede ser algo complejo, especialmente si está consolidado. Por ello, te recomendamos que, si no puedes ayudar a tu hijo a superarlo, no dudes en consultar a un experto.
Si crees que tu hijo o hija presenta este tipo de conducta, no dudes en contactarnos. En CIPSIA Psicólogos somos expertos en tratar este y otros problemas psicológicos.
Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Maiana García