Tabaco y salud
Hoy en día está normalizado el consumo de tabaco, ya no nos sorprende ver a mujeres y jóvenes fumando por la calle. Si es verdad, que cada vez más existe una mayor conciencia sobre los efectos nocivos de este hábito y la sociedad en general denuncia cada vez más el uso de esta sustancia, ya no está igual de aceptado por todos fumar delante de menores ni en espacios públicos cerrados.
La adicción al tabaco es uno de los mayores problemas de salud actualmente. El hábito de fumar supone un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares y respiratorias. De esta forma el consumo de tabaco está relacionado con un aumento de la arterioesclerosis y la mortalidad por enfermedades cerebrovasculares. El tabaco junto con otros factores de riesgo cardiovascular, como el uso de anticonceptivos orales en mujeres, la hipercolesterolemia y la hipertensión, aumenta el riesgo de cardiopatía coronaria. El consumo de tabaco también se ha asociado con la aparición de distintos tipos de cáncer. No solo el de pulmón, del cual la mayoría se atribuyen al tabaco, sino también se ha asociado con cánceres del aparato digestivo, del aparato urinario y con el cáncer de cérvix. Además, se ha asociado el tabaco con impotencia, alteración en la formación del esperma, menopausia prematura, osteoporosis y envejecimiento de la piel.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta a las personas que se encuentran rodeadas de personas fumadoras, los llamados fumadores pasivos, en los cuales aumenta el riesgo de aparición de asma y cáncer de pulmón. En mujeres embarazas puede aumentar el riesgo de aborto, retraso en el crecimiento del feto, poco peso al nacer y partos prematuros.
La mayoría de los fumadores comienzan a fumar en la adolescencia. Muchas de las características de esta etapa se sitúan dentro de factores de riesgo para el comienzo de éste hábito como son: presión de los compañeros, imitación de modelos sociales, oposicionismo y rebeldía hacia las normas, búsqueda de sensaciones. A parte, se han relacionado factores como la extraversión y las creencias sobre el tabaco y la salud como factores relacionados con el inicio del consumo. Además de una gran lista de factores de riesgo sociales como la publicidad, la presión social al consumo, una imagen del fumador similar a la autoimagen ideal y la fácil disponibilidad del tabaco.
Dentro de los factores que se han establecido como claves para el mantenimiento del hábito de fumar podemos clasificarlos en aquellos que hacen referencia a los efectos de la nicotina, a la evitación del síndrome de abstinencia y a los derivados de las consecuencias sociales positivas de fumar. La nicotina produce tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia. La conducta de fumar sirve a muchos fumadores como estrategia de afrontamiento de situaciones sociales.
El consumo de tabaco produce dependencia y por lo tanto, su abandono puede producir síndrome de abstinencia asociado a la nicotina. Las personas que abandonan el consumo de tabaco tras un uso habitual pueden presentar estado de ánimo disfórico, insomnio, irritabilidad, ira, ansiedad, inquietud, dificultades de concentración, disminución de la frecuencia cardíaca, aumento del apetito y /o de peso y deseo de fumar. El aumento de peso suele ser de 2 a 3 kg, estando más relacionado por el cambio de los hábitos en la alimentación que en el hecho de abandonar el consumo.
Los síntomas de abstinencia suelen aparecer entre el primer y cuarto día después del último consumo y duran de 3 a 4 semanas.
Sin embargo, los efectos beneficios que aporta el abandono del hábito de consumo de tabaco son mucho mayores que los efectos negativos, incrementa la esperanza de vida y disminuye el riesgo a padecer múltiples enfermedades. Algunos de los beneficios que se pueden observar cuando se abandona el consumo son:
- Tras 20 min de haberlos dejado, la tensión arterial, la frecuencia cardíaca y la temperatura de manos y pies se estabilizan y retornan a la tasa base.
- Tras 8 horas, los niveles de monóxido de carbono y oxígeno en sangre se normalizan.
- Tras 24 horas disminuye el riesgo de muerte súbita.
- Tras 48 horas se normalizan los sentidos del gusto y el olfato.
- Tras 72 horas mejora la función respiratoria debido a la relajación de la musculatura bronquial.
- Después de 3 meses sin fumar, mejora la capacidad física y respiratoria.
- En los 9 primeros meses se regeneran los cilios y mejora la capacidad para eliminar moco y drenaje bronquial, disminuyendo de esta forma las infecciones respiratorias.
- Después de 5 años disminuye es riesgo de cáncer de pulmón.
- Tras 10 años sin fumar el riesgo de padecer cáncer de pulmón se iguala al de personas no fumadoras.
Existen multitud de técnicas y programas de tratamiento para dejar de fumar. Desde estrategias de prevención, que se centran en proporcionar información y dotar de nuevas habilidades para evitar el consumo de tabaco a adolescentes, hasta programas de intervención multicomponentes que incluyen diferentes técnicas y estrategias como aumentar la motivación, mejorar la autoconciencia del hábito, entrenamiento en estrategias de autocontrol, técnicas de manejo de control de la activación, estrategias de reducción gradual de nicotina, retención de humo, terapias de sustitución y prevención de recaídas.
Sin embargo, la mayor parte de las personas que fuman y quieren dejarlo consiguen abandonar el hábito de consumo sin ningún tipo de tratamiento.
Desde CIPSIA psicólogos te proporcionamos el apoyo necesario para abandonar el hábito de consumo de tabaco, con técnicas de control de activación, estrategias de autocontrol y prevención de recaídas.
Artículo escrito por Psicologo Ventas Cipsia Psicólogos: Patricia Palacios
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