Si pensamos qué pueden tener en común personajes como Christian Andersen, Napoleón Bonaparte o Mozart, podemos decir que todos fueron figuras históricas cuyas acciones o creaciones han marcado la historia. Pero además, también tenían en común algo más: padecían el sindrome de la Tourette.
Si hacemos un poco de memoria, probablemente seamos capaces de recordar alguna película u obra de teatro donde aparece un personaje que nos llama la atención por su comportamiento: dice palabrotas, mueve la cabeza repetidamente, salta, se toca el pelo, tose, sisea, repite palabras o sonidos que acaba de oír, etc. Se trata de un recurso fácil para hace reír al espectador, pero las personas que padecen el sindrome de la Tourette no lo consideran gracioso en absoluto, sino más bien al contrario, puesto que provoca un notable malestar provocando problemas como ansiedad o depresión y/o un deterioro significativo a distintos niveles personales, sobre todo en el área social. Si bien es cierto, que a medida que se vuelven adultos suele mejorar o incluso remitir totalmente. Estamos hablando de la importancia del sindrome de la tourette.
¿Qué es el Síndrome de la Tourette?
El síndrome de la Tourette se trata de un síndrome que se engloba dentro de los trastornos por tics y cuyo inicio es anterior a los 18 años. Para el correcto diagnóstico del síndrome de la Tourette es necesario que aparezcan tics motores múltiples y uno o más tics vocales, aunque no necesariamente de forma simultánea.
Por tic se entiende un movimiento súbito, rápido, recurrente, no rítmico y estereotipado, habitualmente breve (su duración es menor a un segundo) y con tendencia a presentarse en oleadas y sin finalidad aparente. Cuando hablamos de tics hay que distinguir entre motores o vocales-fonatorios (es decir, si proceden del aparato bucofonatorio, como carraspeos, gruñidos o palabras; o del resto de músculos del cuerpo, como elevación de hombros, guiños o lameteos) y simples o complejos (si afectan a uno o varios grupos musculares). Estos tics aparecen varias veces al día, casi todos los días.
El sindrome de la Tourette es conocido debido a uno de los tics más característicos que puede ir asociado: la coprolalia (tendencia patológica a proferir obscenidades), aunque realmente este síntoma afecta a menos del 10% de los pacientes.
Síndrome de la Tourette en menores de edad
Como su inicio se da antes de los 18 años, hay que tener en cuenta cómo afecta este trastorno a los menores en el área escolar. Estas consecuencias pueden ser positivas, como mayor creatividad, o negativas, mayor falta de atención. La mayor parte de las veces, el esfuerzo por tratar de controlar los tics puede hacer que disminuya la concentración y la atención, y esto puede verse empeorado si va asociado con el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) o con el TOC (trastorno obsesivo compulsivo). Pero a pesar de los posibles problemas de aprendizaje, los afectados por el síndrome de la Tourette tienen una inteligencia normal o por encima de la media.
– Si quieres saber más sobre el TDAH, puedes leer nuestro artículo sobre este trastorno pinchando aquí.
Es muy importante la actitud que muestren familiares, profesores, alumnos, o incluso él mismo, porque de ella dependerán las relaciones sociales, emocionales y académicas. Pero es aún más importante la actitud que tome la sociedad, concienciándose de que el síndrome de la Tourette no es un tema de risa, sino un problema real y que con un poco de ayuda estas personas pueden llevar una vida normalizada.
Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos