La personalidad se va definiendo y forjando a lo largo de la vivencia de un conjunto de experiencias de socialización y de los roles sociales que va desarrollando una persona en su vida, incluso en la etapa de la jubilación.
Consecuentemente, hay determinadas experiencias en la vida que siempre tendrán más influencia que otras en la configuración de la forma de ser de un individuo. Entre estos acontecimientos podemos encontrar el divorcio de una pareja, el nido vacío que sufre una pareja cuando todos sus hijos se han independizado, la viudedad, el duelo y la jubilación.
Se ha descubierto que dependiendo de la forma en que cada persona afrontar cada uno de estos eventos tendrá una repercusión u otra sobre el patrón de personalidad que irá construyendo, el estado de salud en el que se encuentre, etc.
La jubilación es uno de los eventos vitales que más afectan en la vida de una persona ya que de repente la persona sufre una alteración de sus rutinas diarias. Es decir, pasa de llevar una vida activa y organizada, levantándose a una hora determinada y teniendo unos objetivos al día ya marcados de forma preestablecida, a no tener ninguna obligación laboral, ningún horario marcado y pudiendo tener un excesivo tiempo libre disponible a lo largo del día.
Por otro lado la persona jubilada también se ve sometida a un cambio de rol, ya que pasa de ser una persona trabajadora que cumple un papel determinado en la sociedad y que tiene un puesto de trabajo mediante el cual se puede sentir realizada y necesaria para llevar a cabo unas funciones, a ocupar un papel como cuidador/a o amo/a de casa teniendo solo que llevar al día las tareas de la casa.
El trabajo es un hecho que define a las personas y la identidad de estas. Además la inclusión dentro de una profesión y el cómo se desarrolla conforma y repercute en una gran parte de nuestro auto-concepto y nuestra autoestima.
También se ha visto que la posible pérdida ingresos, la pérdida del contacto social diario con los compañeros o clientes, y la disminución de las actividades diarias que comporta la jubilación, son factores que afectan de forma negativa a nuestro estado de ánimo, a nuestra calidad de vida y a nuestra satisfacción en general.
De este modo, podemos afirmar que el hecho de jubilarse es un factor muy estresante. Ya son muchos los psicólogos los que han estudiado la jubilación, y gracias a sus análisis podemos determinar que se trata de un proceso que pasa por una serie de etapas. No obstante, no todas las personas pasan por todas las fases, ya que estas pueden variar en función de distintos factores: como la causa por la que la persona se jubila, o la satisfacción e implicación laboral que la persona tenia.
El modelo de la adaptación a la jubilación propuesto por Atchey, consta de seis fases:
Fase de prejubilación o pre-retiro: dónde el individuo se va formando la idea de jubilarse. Durante cierto tiempo la persona se va preparando emocional y psicológicamente para la jubilación. Se van creando algunas expectativas fantásticas que luego comportarán dificultades.
Fase de jubilación: esta fase puede vivirse de tres formas distintas dependiendo de la persona y otros factores. También se puede pasar de una forma de vivir la jubilación a la otra con el curso del tiempo:
- Luna de miel: la persona se dedica a hacer todo lo que siempre deseo hacer y no hizo debido a la falta de tiempo. Ejemplo: apuntarse a clases de baile, hacer excursiones, etc.
- Actividad continuada: la persona se planifica distintas actividades de ocio que constituyen la rutina de la jubilación
- Descanso: el jubilado/a va reduciendo el tiempo dedicado a cualquier tipo de actividad. La persona se acaba aburriendo, debido a esta inactividad le faltaran fuentes de refuerzo o de gratificación en su vida y en su día a día, que acabaran desencadenando un estado de ánimo depresivo.
Fase de desencanto y depresión: esta fase no le ocurre a todas las personas, solo a aquellas que les cuesta volver a organizar su vida o que no saben buscar nuevas actividades satisfactorias en su día a día. En esta fase se percibe que las fantasías sobre la jubilación no se cumplen.
Fase de reorientación: esta fase solo se da en aquellas personas que se han deprimido. La persona deprimida pasa por un proceso de reevaluación y construye percepciones más realistas respecto a su experiencia de jubilación.
Fase de estabilidad o desarrollo de un estilo de vida rutinario: a esta fase se puede llegar directamente después de la fase principal de jubilación o después de la fase de reorientación. En esta se organizan los horarios, se crea una rutina adaptativa y se procura compaginar las actividades gratificantes, las relaciones sociales y las tareas diarias.
El equipo de CIPSIA psicólogos te recomendamos que para fomentar una mejor adaptación al rol de jubilado…
- Organices tus horarios: es muy importante levantarse temprano, y acostarse a horas tempranas. Si caes en la tendencia de acostarte tarde porque mañana no tienes obligaciones y levantarte tarde porque te has acostado tarde y necesitas descansar, entrarás en un círculo vicioso mediante el que te sentirás cada vez peor contigo mismo/a y tendrás la sensación de que no estás haciendo nada productivo.
- Haz una lista de actividades que siempre has querido hacer y nunca has hecho. Elige dos de ellas y busca una franja horaria a lo largo del día para poder llevarlas a cabo.
- Planifica un horario con tus tareas habituales y distribúyelas entre los distintos días de la semana.
- Haz una lista de personas con las que te apetece seguir manteniendo el contacto y busca un momento a la semana para quedar o hablar con ellas.
- Reserva un espacio diario para hacer alguna actividad física o deportiva. Puedes salir a pasear 30 min al día, puedes apuntarte a algún gimnasio, bailar, etc.
Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos: Anna Cadafalch