Mañana 11 de Marzo se celebra el Día Europeo de las Victimas del Terrorismo. Los actos de homenaje son muy importantes en nuestra sociedad. Recordar lo ocurrido no debe suponer reabrir heridas. Debe ser un acto de respeto, de justicia y de dignidad.
Victimas son todas aquellas personas que sufren un malestar emocional a causa del daño intencionado provocado por otra persona. Junto al elemento objetivo (el atentado terrorista), hay un componente subjetivo: las reacciones emocionales negativas (miedo intenso, depresión, rabia, sensación de inseguridad, problemas en las relaciones interpersonales, embotamiento afectivo, etcétera), que son muy variables de unas víctimas a otras.
Los sucesos traumáticos normalmente rebasan la capacidad de respuesta de un ser humano, que puede sentirse sobrepasado para hacer frente a las situaciones que se ve obligado a enfrentar. En estos casos, la persona no puede adaptarse a la nueva situación y probablemente se sienta indefensa, perdiendo de esta forma la esperanza en el futuro, lo cual le impedirá regir con éxito su propia vida.
Objetivamente, una víctima va a serlo para siempre. Pero por lo que se refiere al elemento subjetivo, que es el que resulta más demostrativo psicológicamente, las víctimas deben dejar de ser víctimas lo antes posible, como el depresivo o el cardiópata deben dejar de serlo. La identidad de víctima permanente es contraproducente, porque prolonga el duelo de los afligidos y los lastra para comenzar un nuevo capítulo de su vida. De lo que se trata, en definitiva, es de que la víctima comience de nuevo a vivir y no se resigne tan solo a sobrevivir.
Hay personas que han sufrido un atentado y que, sin embargo, no necesitan una ayuda psicológica o farmacológica. El equilibrio psicológico previo, el transcurso del tiempo, la atención prestada por profesionales, el apoyo familiar y social contribuyen muchas veces a digerir el trauma. De este modo, estas personas, aun con sus altibajos emocionales y con sus recuerdos dolorosos, son capaces de trabajar, de relacionarse con otras personas, de disfrutar de la vida diaria y de implicarse en nuevos proyectos.
Por el contrario, otras personas se encuentran atrapadas en el suceso sufrido, no recuperan su sueño y su apetito, viven atormentadas con un sufrimiento constante, tienen problemas para controlar sus emociones y sus pensamientos, se aíslan socialmente y se muestran incapaces de hacer frente a los requerimientos de la vida cotidiana, adoptando a veces, conductas contraproducentes (beber en exceso, comer más o menos de la cuenta, automedicarse, etcétera). Son estas personas las que, al sentirse desbordadas por el trauma, requieren una ayuda específica psicológica y, en algunos casos, también farmacológica.
Artículo escrito por Psicologos Madrid Cipsia Psicólogos: Alba Ortiz
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