Estigma y psicopatología: cómo afectan los estereotipos a las personas con enfermedad mental

Aunque las cosas han mejorado, la enfermedad mental sigue siendo ignorada y demonizada en la sociedad en la que vivimos. Desde desoír las cifras de suicidio anuales hasta atribuir a las personas con psicopatología la culpa de actos delictivos, la salud mental (o la falta de ella) sigue siendo un tema tabú en nuestra vida cotidiana.

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El estigma que acarrean las personas con problemas de salud mental les limita e impide su mejora. Numerosos estudios han demostrado cómo se atribuyen características despectivas a la enfermedad mental y cómo se culpa a estas personas de acciones que cuentan con escaso prestigio social. Según los resultados de este tipo de estudios, se encuentra que los enfermos mentales son vistos como sucios, excéntricos, despreciables, impredecibles, con escasa fuerza de voluntad, proclives a conductas como las drogoadicciones o a la criminalidad, etc.

 

El proceso de estigmatización

Según el sociólogo Ervin Goffman, el proceso de estigmatización surge a partir de la divergencia entre una identidad social ideal y la identidad social actual. La identidad social ideal vendría marcada por las características consideradas deseables por parte de un grupo o sociedad. Por ejemplo, en las sociedades occidentales se valoran en gran medida características como la extroversión o la asertividad.

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La estigmatización de las personas con trastorno mental consiste en la atribución hacia estas de características como la peligrosidad, debilidad e inutilidad. De esta manera, se les “segrega” de la identidad social idealizada. Esto tiene graves consecuencias, pues va a determinar cómo las demás personas interpretan sus acciones, y cómo actúan en consecuencia.

 

Estigma y trastornos psicológicos

 

Autoestigma

La más grave de las consecuencias de la estigmatización de la psicopatología es la asunción por parte del enfermo de las características negativas que se le atribuyen. Este fenómeno se denomina autoestigma o estigma internalizado.

El autoestigma lleva al individuo a un proceso de desvalorización de sí mismo y a sentimientos de ineptitud o incapacidad. La persona sufre una disminución de la autoestima y malestar generalizado, lo que normalmente agrava su condición inicial.

El estrés psicológico que conlleva la estigmatización social empeora su calidad de vida y sus posibilidades de integración social.

 

Estigma familiar

También se ha observado cómo influyen los prejuicios acerca de la enfermedad mental sobre los familiares de las personas con psicopatología. El rechazo social que conlleva el estar vinculado a una persona con enfermedad mental hace que estos también sufran estrés. Esto último se suma a la preocupación por la situación de la persona cercana con psicopatología. Se han observado en estos caso problemas de trastornos del sueño, dificultades en las relaciones interpersonales y una reducción del bienestar y el estado de salud general.

 

Estigma institucional

El estigma se extiende también a las instituciones, como pueden ser los centros sanitarios o la Administración. Aunque en el ámbito de la salud los profesionales suelen tener una actitud algo más positiva que el resto de la población, diversas actitudes pueden no resultar las más adecuadas. Por ejemplo, una falta de preparación o actitudes negativas acerca del pronóstico y posibilidad de mejora del paciente pueden limitar su recuperación.

El papel de las instituciones debería ser el de desestigmatizador. Con su labor, deberían hacer visibles a las personas con psicopatología y sensibilizar a la población acerca de su situación, desmitificándola y promoviendo la tolerancia.

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Estigma público

El estigma público consistiría en todas aquellas prácticas discriminativas llevadas a cabo por un grupo, en este caso hacia la persona con enfermedad mental. Los estereotipos y la estigmatización se ponen de manifiesto tanto de forma indirecta (marginación social, por ejemplo) como directa (insultos, burlas, cuchicheos, violencia física, etc.). Los estigmas se adquieren a través de la socialización de un individuo, y se hacen patentes en mayor medida cuando uno está en grupo.

El contacto interpersonal con el grupo discriminado suele reducir los prejuicios hacia las personas que lo conforman. Esta parece ser la técnica más eficaz a la hora de reducir los estereotipos y la estigmatización. De alguna manera, el tratar con estas personas ayuda a entender su sufrimiento y a sensibilizarse, además de desmontar mitos y concepciones rígidas acerca de la enfermedad mental. Así, se empiezan a desmontar creencias negativas infundadas y aumenta la tolerancia.

 

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Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Irene Serrano