Uno de los tipos de psicología clínica que hay es la terapia infantil. Ésta tiene el objetivo de trabajar y mejorar los problemas psicológicos que presentan los niños como el Trastorno por Déficit de Atención, ansiedad o depresión. Sin embargo, también es muy habitual que los niños necesiten ayuda para otras facetas de sus vidas sin necesidad de que sea un problema clínico. Una de estas facetas en las que se suele necesitar ayuda, es cuando mi hijo no puede dormir solo y duerme de forma continúa con sus padres. Por ello, en el artículo de hoy hablaremos sobre este problema, sus posibles causas y algunas estrategias para mejorar esa situación.
Mi hijo no puede dormir solo
Como comentábamos en el párrafo anterior, el que sus hijos duerman con sus padres de forma continua es una situación habitual que genera problemas en la dinámica familiar. En estas situaciones lo que suele ocurrir es que por diferentes motivos – que más adelante profundizaremos – el niño o niña es incapaz de dormir en su cama y le genera una gran ansiedad. Esto hace que cuando llegue la hora de dormir, sea incapaz de conciliar el sueño y manifieste conductas como ansiedad, llanto, etc. Por este motivo los padres le permiten dormir con ellos.
A continuación veremos por qué algunos padres acusan «mi hijo no puede dormir solo» y qué consecuencias acarrea.
¿Por qué sucede esta situación?
Las causas que producen o hacen que se desarrolle este problema pueden ser muy diversas y dependen mucho de casa caso concreto. Sin embargo hay algunas que se repiten con cierta frecuencia. La primera de ellas es la presencia de otros miedos relacionados con el momento de ir a dormir y que hacen que el niño tenga una relación aversiva con este momento. Uno de los miedos que más suele influir en esta situación es el miedo a la oscuridad, que hace que el niño no sea capaz de conciliar el sueño. También están presentes otros miedos como a monstruos o personas que pueden estar en su habitación.
Además de los miedos asociados también se ha observado que los niños que no desarrollan un apego seguro con sus figuras de referencia, tienen tendencia a mostrar este tipo de problemas.
– Si quieres saber más sobre el apego, puedes leer nuestro artículo pinchando aquí
¿Qué consecuencias puede tener esta situación si se mantiene a largo plazo?
A pesar de que en algunas ocasiones se interprete esta situación como un problema de menor envergadura, si esto se mantiene a largo plazo ocasiones muchos problemas tanto en el niño como en la dinámica familiar. La primera consecuencia es que este hecho afecta de manera negativa al desarrollo de la independencia y la autonomía del niño, pudiendo afectar a su desarrollo personal. De esta manera si el niño continúa durmiendo indefinidamente con sus padres puede tener problemas en el futuro en aspectos importantes como su autoestima, su independencia, etc. Otra de las consecuencias más importantes es que el hecho de que el niño duerma de manera continua con sus padres es la dinámica familiar que esto supone, porque a medida que el niño va creciendo va a requerir mayor independencia e intimidad y esta situación le resultará incongruente. Además, para la pareja supone un conflicto respecto a su intimidad y puede afectar de manera muy negativa a su dinámica como pareja y a su relación sentimental.
¿Qué puedo hacer para solucionarlo?
Ahora que ya sabemos lo que puede implicar este problema, la pregunta que se nos formula ahora es ¿qué hago si mi hijo no puede dormir solo? Para este tipo de problemas conductuales, una de las terapias que mejores resultados ofrece es la teoría cognitivo-conductual. Los objetivos serían no sólo eliminar la conducta de dormir con sus padres y restaurar una rutina de sueño más adecuada, sino también trabajar con las causas concretas de esta situación y fomentar la seguridad y un apego seguro con sus figuras de referencia.
Si crees que tu hijo tiene este problema, no dudes en contactar con nosotros pinchando aquí. En CIPSIA Psicólogos contamos con un equipo de psicólogos con experiencia en trabajar con este tipo de situaciones.
Artículo escrito por CIPSIA Psicólogos Madrid: Sara Catalán